jueves, 15 de febrero de 2024

la otra cara del chucho

 
<<Si teníamos que hacerlo... hagámoslo>>.
Tal vez no era el mejor momento de llevar a cabo la Amnistía en Cataluña, -dice el interfecto-, pero...: -si hemos de hacerlo, hagámoslo-. Llevar a España al paroxismo mediático de cerebros sin escrúpulos. Estos son los representantes de las flores de loto. Cómo nunca, antes, nos habíamos dado cuenta de que los políticos vascos eran la representación de los lotos, en los estanques. Eran la personalización de la verdad y la sabiduría, junto, a los otros ciudadanos que les rodeamos. ¡Por Dios, que alguien salve a los santos políticos etarras! Ea, dale, que la hemos tomado contra ellos. ¡Qué vergüenza nacional, con el cariño que les tiene todo el planeta zurdo! No hay más que mirar la carita de buena persona que tiene Aitor Esteban. Ea, dale, total porque hay unos chicos que han matado a trescientas personas, y eso qué. Pues cuántas personas no mueren diariamente por múltiples motivos. Y la tenemos que tomar contra los etarras vascos. Venga, hombre, ya basta. Mirar para otro lado como está haciendo Marlaska con la muerte de los guardias civiles asesinados. Pero si hay un mogollón de guardias civiles en activo, qué más dará tener dos menos y un medio moribundo...
Y todo por la pasta.
Y todo por el poder.
Y todo por una falta de empatía entre los políticos mierdosos y el pueblo llano. 
No sé que tiene el político que es un charnego deconstruído (modelo ejemplar de Rufián) y se cree el rey de <<El Mambo.>> Se les olvida que provienen de pueblo. Que muchos de ellos no tienen más mente que lo justo para haber sido elegidos a dedo. Que por sí mismos no habrían salido del pueblo, como, tampoco, estar dentro.
Aitor, todos sabemos que no lleváis prisa en convertir España en un cocktail molotov. Lo estáis llevando poco a poco para que vuestros descendientes sigan teniendo el nivel de vida que poseéis vosotros ahora. Pero no sé si les llegará ese día, sin que tengan verdaderos problemas de connivencia.
El mal está abocado a hacer el bien. El tiempo, para el mal, no es buen augurio.

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