Perro Sánchez.
Esto se entiende nada más abrir el vídeo en el que se ve a Perro Sánchez babeando como cachorrillo lamehuevos.
Que alguien me explique por qué el presi le tiene tanta manía a Felipe VI y está tan enamorado de Mohamed VI. Es evidente que el amor es la diferencia que une a dos personas... pero no envilece la categoría de otras. Para Sánchez, Felipe, es su doble rival, en el planeta. ¿A quién quieres más a papá o a mamá? El papá es el rígido, el que no consiente determinadas cosas... Y, mamá, es la buena que me lo da todo. Felipe es el que le lanza proclamas contra sus formas de gobernar y eso no le gusta a Sánchez. Mientras, que, en Marruecos, Mohamed le recibe con mucha atención con intención de sacarle algo a cambio. Y, Sánchez, cae rendido a los pies y cama del monarca. La verdad es que ya no sabe qué más le puede regalar a Mohamed. Lo único que queda por darle es España y lo está negociando. O, tal vez, cuando salga de presi nos enteremos que somos primos de Mohamed. Un monarca al que le contentamos cada cuatro días a base de dinero contante y sonante, a la vez que le vendemos la droga que pasa por la Bahía de Cádiz. Somos lo mejor que le ha pasado al monarca marroquí, desde que Dios dejó de visitarle en Rabat. Aunque Sánchez le sirve de promotor y vicario.
Hace falta ser mamón y parecerlo.
Hace falta ser corrupto y, también, parecerlo.
La cuestión es que da asco ver a este energúmeno regalándole las lanchas españolas contra las lanchas del tráfico. Da asco escucharle mentir como si fuera la cosa más natural del mundo. Claro, que, no todo puede ser de cosecha propia, algo debio escuchar en el negocio familiar como para negar cualquier cosa que se le pudiera preguntar. Por eso siempre le echa la culpa a Feijóo que es el más cercano a su envoltorio político.
Y, Feijóo, debe abrir los ojos por si le cae en suerte su momento de gloria presidencial y se caiga todo el peso de la ley, por culpa de los actos cometidos por la psoe.
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