María Jesús Montero se levanta todos los días con la obsesión de que sea el PP el causante de que Sánchez tenga que indultar a los golpistas catalanes, abrir la puerta al independentismo y referendo al golpismo catalán. Pero el referendo al golpismo no entra dentro de la Constitución, como tampoco se puede cambiar el Tribunal de Cuentas, al que pretenden implicar a Casado para poderle meter mano a su conveniencia. Casado es, sin duda, el toro que mató a Manolete y la zurda que les conceda el ninguneo del Tribunal de Cuentas. Motivos tienen para echarles la culpa de haber fomentado el independentismo catalán que ahora, Ellos, los socialistas, van a tener que dar su brazo a torcer (Sánchez no quería ningún trato con los etarras ni con los separatistas) por culpa de la pasividad, rajoniana, que practica Casado. Toda la culpa la tiene el PP de que, los madrileños y españoles en general, le abucheen cuando sale a la calle. El ego de Sánchez se resiente cuando las multitudes no le aclaman ni le llaman guapo. ¡Qué gente tan estúpida, abuchearle a él, el Robert Redford hollywoodiense!
Me encanta ese paso danzarín, a lo Fred Astaire, que se gasta el muchacho, al caminar.
Lo que me desbarata es el decaimiento de la corona ante los acontecimientos que asolan la unidad de los españoles. ¿Para qué cojones le hemos tenido tantos años para que ahora nos pague con esta moneda falsa? Me da en la nariz que Felipe ha estado todo el tiempo engañando a los españoles. Ha estado dando una cara a unos y la contraria a los otros. ¿Es que no hemos sido capaces de tener a alguien decente en este país llamado España? ¿Era preciso que la vendieran por unos puñados de euros? Me desbarata el monarca que, al parecer, tampoco le afecta mucho el que los catalanes de pro se vean en la venganza de una Cataluña sin representación del Jefe del Estado. Todo por unas concesiones privilegiadas cuando se lleve a cabo la implantación de la Agenda 2030 y el caudillo sea un comunista chino o ruso. O un resabiado genocida al que le hayan comido la mente y la conciencia. Alguien como Bill Gates.
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