sábado, 26 de junio de 2021

no hay forma, chico...

que los jóvenes se acuesten con mascarilla o con el plexiglás entre medias. 
Estos chavales están acostumbrados a los buenos usos y desechan la prevención que tanta falta nos hace con la pandemia. ¡¿Qué pensarían los abuelos si les vieran jodiendo sin prevención de mascarilla o plexiglás con cara de payaso sonriente: dos ojos para la polla y la boca para el cunnilingus?! 


De verdad que la pandemia nos ha abierto la puerta a la más obtusa de las circunstancias. Cuando el gobierno no tenía ni idea de cómo afrontar un virus que se ha propagado gracias a que querían que se propagara, y que fuera lo que Dios quisiera y, de paso, con Bill Gates y el doctor Fauci...; la ciudadanía tenía claro que no se quería morir y se han agarrado a un clavo ardiendo para evitar el contagio. Tan es así, que nos hemos convertido en el ángel bueno y en el ángel malo, de la conciencia de los demás. Cualquiera que venía de frente hacía una chicuelina o rotonda de carretera, para que el contrario no le pegara el virus. Y si pasaba a un cuerpo de proximidad, miraba para abajo... porque los virus, al parecer... y de eso saben muchos los viejos... si miras para abajo no te atacan. El virus es más como corneja que no pisa suelo, se mantiene suspendido, por lo que da un respiro a los más bajitos. Los más expuestos son los altotes; los bajitos, no.  
Con esta explicación queda claro que no hay más tontos por metro cuadrado porque no ha habido más epidemias; de haberlas habido... hubieran salido a la superficie como granos en rostro, en edad de merecer; y que tan sabia ocurrencia gravitaba en el agujero negro existente en la pineal de los sabios estudiosos que miran la televisión para ponerse al día de lo que, su, gobierno, tiene a bien equivocar. 
No he visto más doctos en la calle reunidos, desde que Isabel Zendal abrió sus puertas, en la comunidad de Madrid. Se encontraban todos reunidos esperando la crisálida, convertida en bobería, deseosos de dar lecciones al común de los mortales, a los que no han sabido los sabios de Sánchez, ni siquiera medio acertar. Si hubiera preguntado a los viejos que pisan la calle porque no están los centros de jubilados abiertos, por el tema pandemia...: hubiera encontrado la solución desde el principio del mal. Estaban frescos, deseosos de que dieran la señal de <<al ataque>> para lamer los pliegues que forma la masa cerebral de todo aquél que caía en sus manos. En su centro de gravedad. No he visto viejos más tontos desde que Zapatero dejó la política. 
Con esta experiencia no me extraña que la política se encuentre como está si el viejo que duerme en los pliegues de la mente, del dirigente, está pendiente de joder la intelectualidad de los demás. Si con la epidemia no hemos tenido bastante, solo nos faltaba que se sumara la carrera en epidemiología que subyacía oculta en la psique de los jubiletas. ¡Qué cantidad de tonterías hemos tenido que aguantar del saber popular! Recomendación:
Por favor, os lo pido, romper la televisión y no edifiquéis la mente con paredes de consejos que os dé el gobierno, para que nadie os pueda tachar de mendrugos. En esta pandemia lo habéis demostrado. Un tiempo de tortura política y otro, de paz y limpieza. Un poco de por favor...

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