Cuando en España estamos intentando dar un soplo de aire puro..., un respiro a la naturaleza...,
Nos preguntamos ¿qué hará Japón con las miles de bolsas de plástico, contenedoras de la tierra radiactiva que cubrió la zona el fatídico día de la explosión de la central de Fukushima?
Miles de bolsas fueron rellenadas por japoneses sin techo, a los que les ordenaron: bajo pena de muerte... recoger tres capas de grosor que se suponía contaminada.
¿Irán a parar al mismo lugar dónde depositaron el agua radiactiva del reactor nuclear?
El mundo espera que no.
Lo del vertido de agua radiactiva al mar ya se sabe las consecuencias que tiene en la cadena alimentaria. O, tal vez, le importe un carajo al primer ministro Yoshihide Suga. No sería el primer ministro o presidente que le importe un carajo su país. Pero si por una parte el resto del mundo intenta cumplir con la cumbre de Kioto... Japón tendría que empezar a tomar las cosas en serio.
Ahora, pensando...
me viene a la cabeza la central nuclear abandonada en África, y la duda de quién y por qué la abandonaron los allí asentados.
¿Hemos caído en el mismo error en el que cayeron los antepasados nuestros? ¿Es tan peligrosa una central nuclear y, siendo así, por qué se ha construido en varios países tan próximos unos de otros?
Tal vez tuvieron que abandonarla por la misma circunstancia de peligrosidad que la demuestran las centrales de ahora. Aunque me sorprende hablar de una central con 2 mil millones de años de historia. Demasié.
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