desde hace bastantes años, que terminaríamos teniendo un micro chip bajo la piel de nuestro cuerpo. A bastado un avión cayera al suelo (donde viajaban los ingeniosos e ingenieros del aparatito, y corsos del invento), para que Estados Unidos haya dado luz verde a la implantación del nombrado chip como si de un grano de arroz se tratase. En él van incorporados todos los datos personales del individuos por -según nos quisieron mentalizar- seguridad personal, a falta de un guarda espaldas, con portafolios de cuero. Los micro chip estaban preparados y almacenados para decidir día H, hora D. Al parecer y según fuentes, uno de cada tres norteamericano ya tiene implantado el detector sin que se haya percatado o aceptado... dicho implante. Así, sin más, se toman los dirigentes políticos la libertad y posesión de tus haberes y cuerpo. Y una vez conseguido el cuerpo, el espíritu va detrás. Total, que hacen y deshacen a voluntad propia y no digas ¡ay!, que te puede caer la del pulpo. Esto da un tufo a podrido, porque según quién va diciendo... también posee un producto químico que puede ser disuelto a una orden externa, vía wifi. Ante semejante alhaja de invento y componentes incluídos, se nos va a quedar cara de estreñidos pensando a cada momento si no será el último. Y, sobre todo, el que tiene que apretar el botón viene cabreado a la oficina y le da por zumbarse a media población mundial, como si de una cena privada se tratase. Hay que intentar llevarse bien con todo el mundo a sabiendas del desconocimiento que tienes del poseedor del artefacto manipulador y genocida. Hay que intentar no disparar alarmas de cabreo contra nadie por si el que tienes al lado es el llamado: el verdugo. Portense bien..., por si acaso...
miércoles, 3 de septiembre de 2014
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