lunes, 22 de septiembre de 2014

sólo son 55.000 millones

de euros lo que ha invertido, comprado, vilipendiado, arramblado, los chinos, en deuda pública española. Realmente quiero ser chino. ¡Ya! Para qué esperar a que pase el tiempo cuando vemos que nos hemos vendido a los amarillos por cuatro empresas y empresarios de mala muerte españoles en una China que nos ha copiado hasta en el andar. Hombre... La proliferación de chinos en España se debe a ese intercambio comercial entre políticos donde la negociación debe ser proporcional entre las dos partes. Resulta que los empresarios españoles tienen que salir por patas de China por culpa de la política arcaica y dictatorial y de un consumo inexitente de los chinitos porque primero prima sus productos por encima de cualquier otro extranjero. Aquí, en España, es todo lo contrario. En España tenemos a todos los extranjeros haciendo de su capa un sayo, donde la politica reguladora es inexistente, y donde las inspecciones deben hacerse sólo a los españoles, por si les da por enfadarse a los extraños. ¡Qué puta pena de país! Me da en la cabeza, desde que tenemos a todos desgraciados políticos, que no son de aquí, es decir, españoles. Estos descerebrados son chinos, sudamericanos o extraterrestres con pieles de españoles, porque es imposible que todos los políticos PPSOE estén por derrumbar las torres de convivencia que habíamos conseguido estos años atrás, y que parecían habernos pasado a una mentalidad más abierta y cultural. Todo un espejismo al que estamos despertando, por desgracia. Una Torre de Babel  de lenguas -que como la Torre babilónica-, terminará derrumbando poderes y convivencias. La desgracia es que estamos vendidos a los chichos como les pasa a los Estados Unidos. Terminaremos en manos de estos dictadores amarillos y como bien contaban desde norteamérica, los chinos serán la potencia política que dictará el NOM. Y para ese Nuevo Orden Mundial qué mejor que financiar a empresas y empresarios españoles con dinero b, que revertía en esos empresarios, sin salir de la península. O de esos grupos ebreos, que con los chinos, lavaban billetes de quinientos de etre 200 y 300 millones de euros al año. O las parejas de chinos asentados en España, que salen por los aeropuertos camino de su país, -como si de hormigas se tratara-, llevando en sus bolsillos fajos de billetes sin pasar por aduana. Un destrozo que al gobierno no parece asustarle. ¿Por qué no le asusta? Porque nuestro monarca -el abdicado, imagino que el impuesto también-, son muy amigos de los chinos y de China, en cuyas mafias ponían algunas que otras cifras infractoras.

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