miércoles, 3 de septiembre de 2014

ellos también sufren

Aparecen ocho caballos muertos y una treintena con signos graves de inanición en una finca en Málagalos que antaño fueron el motor del trabajo en el campo... hoy muestran la desidia en la que ha caído el hombre en tan poquitos años. Parece mentira que no haya comida ni para los animales, cuando lo único que tienen que hacer es dejarles libres para que pasten por los campos y sierras de nuestra piel de toro. Es verdad que hasta los comedores sociales han sido un método de presión política y que -para esa misma política-, han utilizado a los niños, este verano, como moneda de cambio y voto; al modo de presión e intercambio en las guerras civiles sirias, egipcias o cualesquiera el lugar donde haya. Siempre echan mano de la figura infantil para destruir consciencias y remover pasiones encontradas, por culpa de esas necesidades programadas. Y, mientras, matamos los cuerpos de aquellos que en su día fueron niños, sin percatarnos de esa realidad: de que fuímos niños, no ha tanto tiempo. Pero lo primero moviliza sentimientos y lo segundo dineros. Y con ello se incentivan o inician guerras. Y al final queda la gente en la misma debilidad y abandono en la que dejamos a los animales que tantos esfuerzos hicieron para que la humanidad pudiera abrir surcos y obtener las cosechas por las que alimentarse. Ahora, hasta ellos, sobran sobre la faz de la tierra. Y si no que se lo pregunten a las vacas, que sus pedos petan la capa de ozono. ¡Por favor, tanto memo, me incapacita la capacidad de raciocinio!

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