martes, 2 de septiembre de 2014

a estas alturas... y yo con estos pelos...

Aquí tenemos a un diario italiano que anuncia la separación eminente y evidente de la pareja más toreada, rejoneada y envilecida del panorama político, religioso y cultural del mundo de la farámbula, los cuernos y la desobediencia a los protocolos frente al pueblo al que le debía respeto y buenas formas. Aquí tenemos a una pareja que ha dado todo -según dicen, yo no lo creo-, por España. Esa españa que les ha dado la libertad de hacer lo que les diera la gana en prejuicio de ella misma. Aquí tenemos a la pareja real española -la abdicada- tirándose los trastos a la cabeza, aunque sabemos que se los habían tirado, ya, en 1.975. Nunca se llevaron bien. Y no se llevaron bien porque por muy Bilderberg que fuera la señora, al monarca -putero- le gustaban las más jóvenes y con otro talante y -yo diría- que con otro careto. La reina madre repatriada de Grecia, no tenía ni tiene un cutis bello; más bien se parecía y parece a un labriego jodido, con cara de mala ostia. Y qué decir de su español aprendido en las escuelas públicas de allende los bajos países españoles. Es decir, como si la hubieran enseñado en un colegio público andaluz. 
Ya sabíamos, más menos, que llegaría el momento de la deseada separación. Que yo diría que va a ser un reencuentro con sus propios cuerpos, sus propias mentes, y sus propias libertades. Ya que nunca, nunca, estuvieron juntos en palacio, en la cama y sus hijos son inseminados. ¡Qué esperáis para anunciarlo a bombo y platillo, ahora, en las olimpiadas de balon cesto!, para que la gente se acuerde de ello gracias a las mismas Olimpiadas.
Yo les pediría que hicieran una despedida de divorcio a la española. En un espacio grande, donde las Marías y sus correspondientes, vayan en autobus, como si fueran a Benidorm. Con la María Jesús y su acordeón, como artista invitada siempre y cuando, cante la canción de los pajaritos.
No olvidar incluir -pediría a sus majestades- la estampa de separación mirando uno hacia la izquierda y el otro a la derecha. ¡Qué bonito...!
 Mirad la diferencia entre lo viejo y lo nuevo. Lo desgarbado y el saber estar. Entre las viajas mariposas y las nuevas mariposas que revolotean en las ingles de Leti. ¡Qué impío mundo. Como destroza a unos y pavonea a otros!En fin, es la ley natural de las cosas. Y si no es así es porque estoy equivocado, y no he aprendido la lección.
Vosotros, lectores, me corregiréis, sin dudas.

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