miércoles, 17 de abril de 2024

un tratado de paz, ¡ya!

 
Israel bajo el amparo simbólico de la estrella davínica.
¿Es posible que Israel siga el designio divino para un enfrentamiento armamentístico contra los rebeldes musulmanes?
¿Es posible que esta cruzada se pueda llevar a cabo bajo la amenaza de un caballo apocalíptico venido desde el Este del mundo?
Desde la guerra de Rusia vs. Ucrania, el caballo apocaliptico de la batalla está soltando llamas a través de sus ojos y boca. Lenguas de fuego cruzan los cielos en busca de carne para calcinar. Para desmembrar. 
Cuando las negras sombras de la guerra se cierne sobre las poblaciones del mundo, hay algo en su memoria que las hace eternas. Eternas luminarias en la mente de los hombres que las han sobrevivido. Mas estos recuerdos solo son válidos para los ciegos. Y nadie precisa, ser ciego en un mundo donde la cualidad es: la visión. Y la visión destruye nubes físicas y mentales, que no son precisas de ser observadas. Porque toda aquella nube que se desvanece a fuerza de la visión... es un artilugio que traspasa fronteras sin saber bien en qué determinará su presencia. 
Escucha, hombre del tiempo, estáis haciendo lo mismo que aquellos que os precedieron. ¿Y acaso, éstos, no fueron más adelantados a vuestro tiempo? 
Estáis viviendo el mismo error que ellos cometieron. Nadie es más alto que el cielo. Nadie es más listo que una semilla que al multiplicarse se expande para seguir estando viva.
¿Cuál será la enseñanza que os dejará la semilla de esta guerra cuando la venís acelerando durante décadas y décadas...?
Cuando un ciego de nacimiento no ve: es un Darma de vidas pasadas. 
Cuando una persona que ve, se hace el ciego: está tonto y muerto. 
Eso os pasa cerrando los ojos a los Carmas venideros. Estáis tontos y muertos, por adelantado.
Se supone que cuando adquirimos conocimiento este se refleja en nuestro cuerpo y actos. Pero... ¿qué conocimiento tiene aquel que, disponiendo de un artilugio que se le ha dado en sueños, lo malogra contra su cuerpo? 
Una gran parte de logros en estas y otras generaciones han sido gracias al estado onírico de los sueños. 
Velad los sueños para percibir el elixir de la larga vida profética.
Desde mis dos ventanas contemplo la vida que no sé si es real o ficticia.
Deambulo, cual borracho dando tumbos,
sin saber dónde agarrarme.
Presiento que pierdo verticalidad
y me derrumbo
cual largo soy 
en el piso duro.
Y doy gracias,
porque algo me detenga;
y no deambule suelto 
en, vacío, firmamento.
Ya soy viejo para no saber
que me desintegro.

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