que parten y salen de las mismas fuerzas políticas, pero me sorprende como se las gastan unos contra otros sabiendo, ellos mismos, que son títeres o marionetas de la misma mano. Sin embargo, hasta para eso hay que tener gracia y maestría a la hora de demostrar a los demás que nos tiramos los trastos a la cabeza, y que lo hacemos de cabeza. Es decir, lo hacemos porque lo hemos pensado antes. Y así, de esta guisa, las cosas salen mucho mejor menos, cuando no salen bien. Y a Pablo Iglesias, hasta lo malo, le hace propaganda, y son ahora los muchachos de falange -que digo yo: serán nuevos- le han pintado un escudo y flechas haciéndole ver a Pablo que tienen el poder. ¡Cuánto desocupado junto! Hasta que empiece el Brasil. Entonces, las mentes entran en un trance psy y ya no ven más que aquél individuo dando patadas y carreras por un campo que más parece, el redil de ovejas. Y desde los altozanos, sobre los gilipollas de los forofos, se elevan magestuosos sobre una posición privilegiada aquell -élite- que tanto nos gusta abrazar, saludar, dar la mano, aplaudir, pelotear: para ver si cae algo; en fin un jocoso y placentera visión de aquellos que se llevan una pasta gansa. Y Pablo, pasa a ser un dios mitológico, elevado a las alturas, por sus propios contrarios. Porque no hay mejor república, que el haber tenido un Rey como el que se ha ido. ¡¿Contradicciones?! No tanto. Ha sido tal el escándalo que ha montado el memo, que hasta el más monárquico: Peñafiel, se hace republicano. ¡Qué cosas tiene mi barrio!
miércoles, 11 de junio de 2014
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