viernes, 20 de junio de 2014

Una más...


Historia de una vergüenza: Por Alberto Ruíz Gallardón.
Este es un hijo de la gran puta. Y nosotros somos unos memos de mucho cuidado. La ciudadanía debe imponerse al atentado de poder que tienen estos subnormales (con perdón para aquellas personas que por capricho o deber del destino, adolezcan de una malatia de este calado, aunque estas personas nunca harían los actos meditados y pundorosos, de estos infames lameculos) políticos. Desde la legislatura han dado 608 más 68 indultos, que llevan de 2014. (BOE). De estos indultos se han beneficiado narcotraficantes (daño contra la salud pública) y bandoleros (daños contra la propiedad privada y pública)
Ya sabemos de donde le viene la casta al galgo del joven Gallardón: de su papá. Es normal que si el padre hace estas cosas, el hijo haya salido un poco pendón -con perdón-. Como también sabemos de dónde se sacia la sed de droga su joven pijo: del indulto de los narcos. Y de dónde saca lo presumible: de los robos con fuerza de casas o lugares públicos y privados que después le venden o donan, por estas cosas del indulto, al jovencito Franquistein. Y lo bueno que tiene el tiempo es, que lo pone todo en su sitio y la gente se pone al corriente del por qué de muchos actos acaecidos y por qué de los resuldos de esas causas. Ahora sabemos también que no es sólo Rajoy quien le pasa la droga al Principe -hoy Rey-, sino que Gallardón tiene todas las papelinas que le hacen falta a Rajoy (que para eso le encumbró a los altares) para ese menester. Todo sale, como el indulto último a un Guardía Civil (por nombrar el trabajo que tenía aunque no hacía el uso debido a lo que el cuerpo le demandaba) hijo de un pepero, por hacer de cameramen para una agresión sexual acaecida en un tren, delante de viajeros, mientras reía y agredía a un pasajero por intentar ayudar a la señorita en cuestión. 
Ya sé que este blog no va a muchos hogares y menos a los de los guardias civiles, pero me gustaría que los mismos fueran los que, ante los hechos y el indulto, no tuvieran pudor en coger al susodicho miembro de la Benemérita y colgarle de los huevos delante de los juzgados donde juzga o tiene competencia el imbécil de Gallardón. Tal vez, con este ejemplo, los Cuerpos de Seguridad del Estado, quedarían limpios de los abusos que determinados hijos de la gran puta, se aprovechan como lo han hecho toda la vida. El uniforme no debe servir a los chorizos, mangantes, agresores, drogatas, narcotráficantes, y demás gentes impías, a salirse con sus instintos marcados por la Ley como delito. Ahora, aunque una hora después también vale, deben dar ese paso definitivo para que no se cumpla el refrán de: dime con quién trabajas y te diré quién eres.
Este mafioso de Gallardón bien se podría meter el dedo masón por el cucu ancho que debe tener de meterse, como su presidente de partido, por el lugar por donde se caga. Hijos del Opus Dei: maricas de mierda.

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