lunes, 23 de junio de 2014

esa sobriedad de ser...

9Mirad qué estampa más inflamada de pasión entre estos dos tortolitos, que hasta han tenido que ponerles un ventilador: una para apagar la llama del calentón; y segundo pora que la muchacha pudiera lucir tipito y melena al viento, para que la vean las amigas... aquellas que hacen el camino de las disco madrileñas los fines de semana fuera del amparo del marido... pero no, de los guardaespaldas, a quienes debiéramos tener muy ataditos de cintura para abajo. Ya se sabe los flicteos que han tenido algunas con sus respectivos guardaespaldas y chóferes, a instancias tal vez, de sus respectivos cónyuges, un poco despendolados por otras latitudes y faldas. 
Ella está que no vive desde que sale en Vanity Fair y la han catalogado como una de las más de lo más, en prendas de ropa, moda y cuerpo. Simpatía y buen ver sí tiene, a excepción del muchacho que está un poco soso y debe ser por su cuñado y hermana. No obstante se las tienen contentas las fiestas veraniegas y esperan pasarse por Suiza para ver a sus sobrinos y de paso a la Reina, porque la gusta más Inglaterra y Suiza, que España. Aquí últimamente estamos muy críticos y embebíos de calambres, ceáticas y lumbalgias varias, y la cosa no está para chorradas. Pronto veremos como el padre hace críticas satisfactorias sobre su hijo y nuera, y se renueva la figura entre sus hermanos los árabes, y nuevas doncellas de meter. Y si hablamos de meter no se me olvida de meter al profesor universitario egipcio que está de acuerdo en matar a todos los niños que están por la calle, sin un medio ni familia que les proteja. Ha sido una pena -a mi punto de vista- que la madre de éste, no hubiera abortado. Abdulá, que así se llama el susodicho individuo matón, ha sido denunciado por las organizaciones de derechos humanos que están para estos menesteres, aunque el resultado sea el mismo que los desaparecidos en Brasil, antes de los juegos olímpicos, para que la gente buena y sana no les viera paseando por las calles embaldosadas, ni junto a los chalets, que tanto abundan allí. Yo me haría ver ese modelito blanco y el lacito verte que luce en la solapa, porque tal vez... y digo tal vez...no me lo pondría nunca, si es que no pertenezco a ese bufón luciferino.

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