martes, 10 de junio de 2014

científicos de California

han afirmado que nuestro satélite, la Luna, ha salido del choque entre la Tierra con Theia, o viceversa.
Yo no sé vosotros, pero a mi me cuesta creerlo. Y me cuesta creerlo porque como se ha venido diciendo hasta ahora, se había comprobado que ciertos componentes lunares no coincidían con los terrestres. Y otro motivo primordial es conocer dónde y en qué lugar tuvo la colisión porque nos daría la forma esférica que tomó del choque, la Luna. A la velocidad que suele llevar un planeta semejante, imagino que la colisión debió de ser de embergadura y tal vez Theia sea o se hubiera convertido en nuestra luna, en cuyo caso no sería parte de la tierra sino Theia reconvertida en luna. Siempre y cuando, con el impacto, no se hubieran fusionado ambos planetas. Y por lo que vemos no fue así.
Yo me pregunto si la colisión se produjo de frente o en lateral, porque no sería igual el impacto y me parece que todo este interes en decir que la luna es de la Tierra, ahora, me escama. Igual me escama que los EEUU tengan problemas porque los chinos hayan dicho de subir allí. ¿Por qué? Eso habríamos de preguntárselo igualmente a los científicos que confirman que la Luna es terrestre.
De los EEUU, no podemos confirmar ni afirmar nada, porque van de sobrados y de libres. E igual nos señalan que Marte es un erial, como nos dicen que la Luna tiene agua. O lo niegan todo y reparecen diciendo que en Marte hay árboles, abundan los océanos y tiendas de todo a cien, a cascoporro. 
Ya va siendo hora que nos digan la verdad de todo. Y no todo, menos la verdad. Porque se nos pueden cruzar los cables y mandarles a tomar por el culo. 
La pena de todo es, que al final nada de lo que se ha escrito y de lo que se ha estudiado, corresponde a la verdad en nada. Nos hemos tirado toda la vida informándonos de cosas de que las hoy, no cuadra ninguna.  Y total, el conocimiento ha sido lo suficientemente intelectual, como para ocupar puestos a dedo y decir que hemos evolucionado del mono. Y lo malo es, que algunos monos todavía rigen, dirigen y se les ve en política y en las grandes finanzas internacionales. ¡Qué pena, Señor!

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