como buenos masones que son, aunque ellos no lo saben. Sólo por cumplir con el mandato de sus superiores, se convierten al victimismos y atontamiento mediático que tienen con esos uniformes de robocop, officialpsy. Y decimos que mienten cuando, en la coronación del mamón de turno, se inflan a dar ostias a todo aquél que porte una bandera republicana o haga uso de su voz, para meterse con el joven y su concubina.
Lo que deberían saber estos memos del uniforme azul, que este mismo uniforme no es azul porque sí. En segundo lugar son los barrenderos de toda la chusma masona. En tercer lugar, si atentan contra las bandera republicanas deberían haber atentado contra todos aquellos que no han acudido a ver pasar en carroza al bobalicón del Felipe, como aporrearle a él -Felipe- por ser más republicano que monarca. Y con esto nos debemos retrotraer a los pedidos que hacían los del Pp en Cataluña, cuando decían que, no salir de casa para determinados eventos, también deben contar como votos o voces en contra. Pues aquí, han habido voces en contra desde todos los hogares de España. Tan es así que, de o por, los asistentes, han tocado a tres policías por vecino o paisano, puesto que de 7000 polis que iban a asistir a la coronación, por seguridad ciudadana -por supuesto-, han aparecido cerca de 12000, sin contar los 120 lumbreras con orden de disparar desde los tejados. Los, licencia para matar. ¡Qué memos!
Aquí vemos la comitiva y todos los uniformados, debidamente uniformados en una ilera que va desde donde salió el bobo, hasta donde llega el bobo.
Y como vemos la gente se ha quedado en casa porque para ver ese porte marcial para decirnos que vamos a seguir de pobres -o quizás más-; que se lo van a seguir llevando crudo desde las altas instancias políticas y judiciales, y que la Casa Real no va a castigar a quien se embolsó -a base de mentiras y otras verdades-, los dineros de los españoles en cuentas suizas y fiscales.
Bien, por España. Bien por los españoles que están despertando a tanta patochada e insultos guarros a la ciudadanía, tachándonos de borregos y de consentidores pagados. ¡Qué hijos de la gran puta!
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