jueves, 30 de noviembre de 2023

si tuviera cojones

 
no habría mandado a unos policías infiltrados a movilizar a las fuerzas de seguridad contra los pacíficos ciudadanos que se manifestaron contra la amnistía en las puertas de Ferraz. Marlaska es un puto y oscuro funcionario que utiliza a la policía a hacer las cosas que, él, no se atreve a hacer. No hay peor cosa que un occiso en la piel de otra persona. Su estado mental no le permite hacer más que cosas malas contra la gente. Es tan siniestro que mira como si estuviera poseído por un Ente en estado de enajenación síquica. Y es que cuando alguien se está construyendo en otro ser imaginario, es normal que haya un desajuste en la voluntad del sujeto imaginado y el propio. Una consecuencia de proporciones ideales para ocupar el Ministerio de Interior. Porque, ¡puf!, ¿qué es ser ministro del Interior? Secillamente utilizar a los agentes a su capricho en el momento que, el finado, se crea con derecho a violentar los ánimos -de los ciudadanos- a base de agresión desmedida. Método muy apropiado para decirle al mundo que los manifestantes contra la amnistía son unos bandarras del tres al cuarto. Y que, por ello, es necesario utilizar la fuerza bruta y los gases. O arrestar a una señora por estar rezando... pidiendo a Dios que a Marlaska se lo lleven las fuerzas oscuras, a las profundidades del abismo planetario. Claro, esto es muy fuerte cuando el chulete se permite rezar en el Congreso delante de todo el mundo. Y, a él, no hay nadie que le saque a hostias del Congreso, y le encierre durante una buena parte de su existencia. Por que, por sus gestos les conoceréis. Haznos un favor y lárgate cagando hostias de España. No te necesitamos. Y, por favor, llévate el payaso que tienes de presidente de tu partido.

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