miércoles, 12 de enero de 2022

si quieren quitar la prostitución

de las calles..., sería normal que quitaran a los/las periodistas de los medios a los que el gobierno, de turno, les pilla inflados de pasta gansa para utilizarles como prostitutas. Prostitutas de lujo, claro. Aquí, el gobierno de Sánchez, vive a cuerpo de prostitutas desde los sindicatos, pasando por el negocio del papá de Sánchez, a terminar en la bañera ,con cinco titis, en prostíbulo, acompañando a Ábalos. Este señor tiene problemas de artrosis y necesita un masaje, del pirulí, un día sí y el otro también. ¡Ya me gustaría a mí tener al mismo médico y receta que le extiende a Ábalos el suyo. Ese médico es un lumbrera, u otro prostituido, del todo poderoso estado español.
La gran diferencia entre unos prostitutos y prostitutas y otras está en que la prostituta que trabaja en próstibulo cobra del cliente...; mientras que la prostituta o prostituto que trabaja en un medio: cobra del estado. De este Estado que somos todos y se benefician unos pocos prostitutos y prostitutas. 
Estoy seguro que si a las prostitutas y prostitutos de la calle les dieran a elegir entre un puesto y otro, (calle o plató) elegirían, seguro, la silla que ocupa una/uno homóloga/go, bajo techo. 
Pero ya que son homólogos también podrían cambiar los turnos: unas y unos trabajarían la calle en verano, y en invierno, en plató; y luego se cambiarían por las normas de Igualdad. De este modo ni las unas ni las otras; ni los unos ni los otros, serían tan pelotas con el presidente de turno. Pero, claro, como por el pan baila el perro, pues les emulan (a los perros) los periodistas afines.
Da tanta vergüenza ver cómo una persona ha estudiado periodismo para terminar siendo una administrada por el presidente del gobierno. Solo la falta ponerse a la altura de la señorita Lewinsky, por debajo de la mesa. Bajo posición de igualdad según medida de las patas que tenga la mesa. Por lo demás... todo igual.
Y, sobretodo, llama poderosamente la atención, la pose de psoe que administra el presidente delante de una pringada. Que se note que el que manda... ─¿De quién es la Fiscalía?─...es él. Pues eso.
Ante esta ruina de periodista hay que decir: ─chapó. Porque se lo dan todo por escrito desde la Moncloa. Las preguntas, la pose, cómo quiere el presidente que se le mire. Con qué vocabulario hay que dirigirse a él. Qué leguaje físico hay que mantener delante del líder. No tocarle. No mirarle a los ojos. Mantener una distancia ni corta ni larga. No menear las manos ni sacar la lengua felizmente. En fin, un cúmulo de cosas que solo los, apaniaguados, saben hacer con naturalidad. Un lenguaje sin palabras que intente cabrear al común de los mortales sin insulto dialéctico. Eso no es fácil. Tampoco lo de Lewinsky lo fue. Creo. Tal vez. No lo sé.

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