viernes, 19 de febrero de 2021

si Rajoy se convirtió en bolso

 la compresa se ha convertido en Marlaska. Por fin se ha presentado a dar la poca cara que tiene, ante los medios.

Compungido y magullado por todo lo que le han dicho desde el PP, desde Ciudadanos y Vox y desde los cuatro puntos cardinales del país, no ha tenido más remedio (muy a su pesar) de criticar los disturbios que se vienen aconteciendo en algunas ciudades españolas. A Marlaka, hombre acostumbrado a salir por las noches que no salimos nadie para que no podamos verles dónde se meten, sabe que estos son chiquilladas de juventud reprimida que necesita desahogase de vez en cuando. Y lo sabe bien porque cuando Marlaska no da rienda suelta a su estado de ánimo parece como si se hubiera ido al váter a tomar la medicina picada, para que le haga más efecto.
Si le miras bien cuando está en el escaño tiene la mente y los ojos idos hacia una parte indeterminada del hemiciclo, como si sus ojos fuesen palomas e intentaran escapar por alguna rendija inexistente de la cúpula. Está como perdido; carajo, está dormido por dentro y no se está enterando de nada. De ahí que tome una posición de semidespierto, semidormido, que parezca que hay vida en su interior. No lo hay. Está hueco, vacío, idiotizado, sin saber muy bien qué hace sentado en ese sitio donde no quiere estar. Y qué pesados todo el mundo tirándole los tejos con lo a gusto que está más para allá, que para acá. ¡Dejadle en paz, por favor! ¡Dejadle vivir! Al menos si tuvierais la deferencia de traerle un cubatita de ron, mi hermano. Pero no, todo son quejas y más quejas. Pues que sepáis que por una oreja me entra y por el oído contrario me sale. Ah, ¿qué era lo primero  que me estabais diciendo, que no me acuerdo?

No hay comentarios: