martes, 9 de febrero de 2021

Misión: Cita Previa

 Oiga, no se va a creer que para tener que ir al váter hay que llamar a la Cita a Ciegas. Porque en una cita previa no sabes quién te va a tocar de pareja. Para todo  y para todos, tienes que llamar por teléfono. El Ayuntamiento, La Ciudad de la Justicia, el bar de la esquina que ha cerrado: pero hace y vende el menú que consumías antes en la mesita de la terraza; el de la casa de comida rápida que han abierto en cada barriada y que, gracias a ellos, podemos comer de caliente y variados platos. También hay que pedir cita en las bibliotecas públicas porque han cerrado sus puertas y solo sirven préstamos y devoluciones. Es decir, en todos los lugares hay que llamar para que te puedan proporcionar aquello que necesitas en la vida de diario. Y yo me pregunto: ¿por qué el certificado de vida no te sirve para siempre... hasta que llegue el de defunción? Ah, no, hace falta llamar por teléfono cada dos por tres porque algunas de las empresas: eléctricas, aguas y demás servicios te lo piden por si has cascado y alguien te ha suplantado. Y, ¿quién cojones se va a hacer pasar por otro que tenía menos que el suplantado? 
Bien mirado y viendo como está de compenetrada las administraciones públicas no me extraña que alguien pueda hacerse pasar por otro y que llamen a alguien para hacer el servicio militar llevando muerto varios años. Que parece una broma de mal agüero. Imagínate la alegría de la familia al saber que el muerto se ha levantado de la poltrona para acudir a hacer guardias chusqueras. ¡Como para dar palmas!
En fin, amigos,
que estamos en la era de las nuevas tecnologías y nos las quieren meter con calzador. Ya no vas a la montaña si no vas acompañado por el móvil. No vas a ningún lugar con el coche si no vas acompañado por la señorita que hace de guía. No funcionas si no llevas el ordenador a todos los sitios. Son una caterva de aparatos que el día que caiga uno... caerán todos en cascada. Todos conectados, adiós las nuevas tecnologías. Solo nos faltaba el robot que te lleve al niño al colegio o te sirva de mayordomo para tus desvaríos múltiples. Ese día, tal vez, reviente el muñeco y volvamos a una realidad más colectiva y normal.
A ver si con ello perdemos la costumbre de tener que llamar por teléfono a todos los lugares que tengas que visitar.

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