sábado, 25 de enero de 2020

marruecos nos la clava

con las bragas bajadas de la ministra de Exteriores González Laya.
González Laya y Nasser Bourita. (Reuters)

A los moriscos les viene bien quedarse con las Islas Canarias y con todo aquello que se esconde bajo sus aguas. Lo sorprendente es que no se hayan quedado ya con las Islas Canarias cuando pretendieron quedarse con la isla Perejil, en tiempos de Aznar. Aznar, alias: "El Perdona Vidas." Pero ahí estuvo con un par, y desalojando la isla de gente sin escrúpulos. Ahora no se lleva eso. Se lleva tener que pagar por todo y bajarse pantalones y bragas cuando haga falta, que para eso está el Corte Inglés para comprarse más. Nunca he visto gente tan inútil como esta que tenemos gobernando el territorio español. Desde la unión de sangre... la pareja feliz de Sánchez e Iglesias, no paran de hacer majaderías tras majadería.
Señores no tienen ni puta idea de gobernar. ¿Qué esperábamos? ¿Un milagro? Así vamos a quedar... de milagro. Encima hay que ser hortera y pretender salir airoso de todos los embrollos sin que alguien le coloree la cara a alguien. Y bastante poco me parece la están coloreando los de Casado y los de Abascal y Arrimadas. Estos parecen que han nacido en una concha de pureza y una almohada de algodón. Ni se despeinan. Luego dicen que miran por sus votantes y están, éstos, que se tiran de las pelucas y se comen las uñas de ver la poca vergüenza que se puede recoger en cuerpos tan grandes.
El caso es que la menistra ha dado su visto bueno a pasarle una parte de euros por otra parte de farlopa. Así quedamos todos tan contentos como cuando vamos con el Papa, a Colombia, a recoger producto blanco, como polvos de Ariel. Que limpia... muy profundamente... los trapitos de interior. Un producto muy útil como limpiador de la sagrada Patena. De ahí su nombre. Y el de estar más limpio que una patena. Sagrados nombre para contener productos terrestres. La Menestra ha dado su visto bueno a las peticiones del ministro Exterior marroquí y ahí estamos para lo que nos quieran demandar. Demasiado mal nos está sentando ser un país de servicios. El servilismo no es bueno; como, el buenismo, tampoco lo es.

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