jueves, 23 de enero de 2020

la gente no se entera

tanto obnubila la visión la teatralidad bien planificada que la gente se olvida de todo. Sólo se preocupan de hacer una cantidad de sandeces en la Iglesia que se olvidan de qué va el asunto.
Ayer estuve en la misa de 12 en la Catedral, de Valencia. Como en todas las grandes celebraciones el cardenal señor Antonio Cañizares presenciaba la ceremonia sentado en una silla delante del Altar Mayor, cara a los feligreses y autoridades valencianas. El citado cardenal está ya para pocos meneos, como para pocas alabanzas a todo bicho viviente. Se acordó de todo el mundo presente y sobre todo de los que faltaban para la recolecta del cepillo. Que parece mentira, pero tienen la desvergüenza de pasar el cepillo sin tener que responder de ese dinero que recogen en B. Lógicamente, en todas las iglesias y catedrales.
Lo curioso es que hubieron, junto al Cardenal, cosa de 40 purpurados sentados en sus sillas tras el cardenal y el Ara. A una de aquellas que habían de convertir el cuerpo y sangre de Cristo en materia comestible...: se pusieron todos, en círculo, rodeando al oficiante y el Altar y dirigiendo la palma de la mano derecha hacia el oficiante en señal de transmisión de energías para llevar a cabo la transmutación del pan y el vino, en el cuerpo y sangre del crucificado. Una puesta en escena de una secta y el sacrificio humano. El círculo perfectamente cerrado para que nada se escapara del ritual y ofrenda. No sin antes contagiar a los presentes con una buena rociada de incienso. 
¿Qué es lo primero que nos enseñan del infierno? 
El fuego y el humo.
Muy utilizado en estos edificios y celebraciones.
¿Dónde, pues, crees estar, después de haber traspasados las puertas del edificio?
En el mismo Infierno o réplica del mismo. Hasta las mismas gárgolas nos indican que lo que hay dentro está gobernado por estas entidades. Toda la vida regalándoles las energías a esos inframundos del carajo. Las iglesias son los pebeteros donde se acumula la energía de los presentes para entregarla a los demonios presentes en las celebraciones. Y cuanto más grande es la celebración y la presencia de más gente...: más y mejor comidos se van estas entidades. Más y peor se van los congregantes. Unos pebeteros se llenan, mientras otros se vacían. El Infierno ha hecho bien llenando de templos de oración y emociones, en todo el mundo mundial.

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