jueves, 2 de enero de 2020

gracias al grupo PSOE

ahora sí nos damos cuenta de que la contaminación atmosférica, en cualesquiera de las capitales de provincias, es perjudicial para la salud. Muy a pesar de la opinión de la presidenta de Madrid, Díaz Ayuso del PP, que dice lo contrario. 
Esto es muy parecido a los intereses creados, también, creados, a partir del efecto cambio climático. Todo el mundo sabe que el cambio climático está oficialmente fijado en las mentes de los políticos y presidentes de Estados Unidos, y por ello, se da por bueno. Pero si la presidenta, de Madrid, Ayuso, del PP, opina lo contrario de la contaminación atmosférica en la Capital de España, entonces se arma la marimorena. Una marimorena que la tenemos muy al borde de un ataque de nervios en todos los ciudadanos españoles. Siempre y cuando, claro, queramos ver la diferencia que hay entre la visión de un español normal y la visión de un político de izquierdas. Si no tienes ninguna visión porque el mundo te la pela...: entiendo que las visiones te dan igual, o pasas de tener visones. ¿Esto es peor o mejor que aquél que se aberrincha contra el sistema? Pues ni mejor ni peor. Para ambos, creo, dan tiempo al tiempo, mientras los bolsillos de los ciudadanos y de los dos opositores al sistema: pagan con oro, sudor y lágrimas el cambio climático y la contaminación atmosférica de un lugar determinado. Todo a base de dinero. Todo a base de empobrecer al ciudadano que ya ni se pee por si le ponen un contador de metano: Gracias a la fermentación entérica de los alimentos consumidos. 
¿Cuál sería la solución de todo ello?
Lo primero dejar de comer. 
Lo segundo dejar las flatulencias dentro, por no haber comido.
Creo que, lo tercero, sería matar a todo bicho y humano que tenga la mala costumbre de los dos puntos anteriores, como desobedecer el mandato. De esta forma la atmósfera sería igual de contaminante, pero sabríamos que, los anteriores puntos, no eran los que lo producían. 
Lo curioso de los datos que nos suelen dar no se ajusta a ningún grupo de científicos que digan la verdad. Están sujetos a los datos y opiniones de otro grupo que tampoco lo tiene claro. Y, por supuesto, hay un tercer grupo que es el que está siempre en contra de lo que digan los otros dos grupos.
Así tenemos sobre nuestras cabezas aviones que fumigan constantemente la atmósfera y nadie pone coto a esas fumigaciones. Y cuando decimos fumigaciones no nos referimos a las avionetas que fumigan contra todo tipo de plagas, cargándose, las que se comen las aves, los murciélagos, y los lagartos. (Ya no hay murciélagos ni en la campiña donde eran habituales sus vuelos.) Nos referimos a los aviones militares que chorrean sin miramiento una estela de polvo que deja los cielos de una tela blanca, cuyo contenido, muy bueno, no puede ser. ¿Dónde están los CDR, simbólicos, contra esta plaga? Nadie se atreve a llevar la contraria a los causantes de este estropicio...; por algo será.
Lo sorprendete y sorpresivo es que todo aquél individuo que ha sido preguntado sobre las estelas químicas dicen siempre lo mismo: "Es la evaporación del combustible quemado cuando pasa por las turbinas". Y una mierda para ellos y sus conclusiones. ¿Dónde está la estela de explosión de las turbinas cuando el avión remonta el vuelo en los aeropuertos? No existe. Y, es más, sería el momento de mayor vapor lanzado al espacio por su potencia de elevación de los motores, hasta la altura de crucero, ¿no? ¿Hay alguien que haya visto que el avión se vea envuelto en una nube de humo por la combustión del queroseno?
Por favor, dejar de darnos la murga con tanto listo y tonto, por metro cuadrado.

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