Ya podemos ir identificándonos con una de las ramas de la masonería. Que, como en todos los grupos de poder, están revueltos y se vigilan unos a otros. Para que veamos con qué tipo de hombres emparentados que se juran hermandad, y se apuñalan a un mandato.
Mirad...
¿Quiénes eran los componentes de los Templarios?
Lo primero que te dicen es que eran monjes o curatos o miembros de una secta católica. Una forma de difamar los buenos actos de aquellos que se echaron a los caminos como guardia armada de comerciantes europeos.
Sin embargo...
sí habían curatos, monjes, gente de iglesia armada jurando honor al prior de la Orden...; con el tiempo vendieron a sus hermanos al Vaticano y al rey Felipe IV, de Francia, ambos, con demasiadas ganas de riqueza y poder, de aquellos que ya la tenían. Fueron engañados y arrestados en 1307 por los miembros religiosos introducidos como espías del Vaticano.
La Iglesia no dona, si no hay algo a cambio. Y en aquél entonces del 1314 puso las armas para apoderarse del poder y de la riqueza y de la sangre de los Templarios.
Ahora estamos igual que en esos años señalados.
Los miembros son los mismos. Las sectas son las mismas. El poder el mismo. Y se disputan la riquezas porque es el único ejercicio que tienen en la vida. La estrategia del Juego de Ajedrez. Negro sobre blanco, Blanco sobre Negro. Los dos polos opuestos de la misma hermandad. Y lo curioso es que las representaciones de esos peones, alfil, caballos, torres, reyes, reinas... todas las piezas de la representación del tablero...: tienen su representación a nivel persona física. Cada una de esas figuras está representada en personas de altos niveles estatutarios. Jefes de Estado, Reinas, peones presidentes, gobernantes de grandes o pequeños países, mafiosos que representan caballos por dar saltos de unos países a otros ajusticiando las figuras del otro color. El tablero siempre está abierto y las figuras activas. Cae una y es reemplazada por otra. No importa la estrategia que le toque seguir: siempre es reemplazado en su caída. La gente normal somos daños colaterales en el momento menos oportuno. Pero no les servimos para nada. No estamos dentro del juego. Solo somos un obstáculo para que el juego tenga más dinamismo; mejores o mayores emociones...
Hemos sido observantes -y seguimos siéndolo-, pero no nos hemos dado cuenta del juego por creer que somos parte de él. Una vez que caigamos en la cuenta de nuestra escasa participación entonces, y solo entonces, sabremos quien es quien y a qué color pertenece. Los partidos son peones en el juego. El color de estos partidos no tiene nada que ver con el verdadero color que representa a los verdaderos jugadores. Cuanto más atrás vayas desde los peones hasta las casillas del rey y reina, caballo, alfil, torre, vas abriendo la mente a tu propia existencia terrena. Sin embargo, siempre hay una casilla más y no está representada en el tablero: La Muerte.
La Muerte como Entidad extracorpórea que maneja a voluntad absoluta todas las piezas y la composición del Tablero.
El Tablero es extracorpóreo pero está dimensionado en dos dimensiones conjuntas y simétricas. Lo que ocurre en una dimensión sucede en la otra y viceversa. La Muerte también juega desde su atalaya. La Muerte también se dimensiona en dos, y a la vez. Mueres en la Tierra, mueres en la otra tierra. Mueres como Templario: te despojan de todas tus riquezas. ¿Terrestres?... Y las extracorpóreas. Mueres por traición a la Hermandad o por culto a Baphomet: mueres dos veces. ¡Dos templarios en un caballo: uno mira hacia adelante, otro mirando para atrás! Espalda contra espalda. La vida y la muerte.
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