Eurovisión 2018

Gana Israel y como siempre el control de votaciones está al cargo de los sionistas judíos.

Las votaciones, en ese corralito de gallinas cluecas, ha sido político y se han castigado unos a otros por motivos políticos. Y, no, porque la cantante o el cantante o grupo cantor fueran buenos o malos. 

España ha sido siempre una de los países más castigados por el entorno hegemónico. En 60 años creo que dos han sido las veces (si la memoria no me falla) en que hemos tenido aliados por motivos X: Masiel y Salomé.

En este caso es casi -diríamos- patológico que la ganadora sea una gallina a punto para la cena de Navidad, y con un marcado sismo al del PSI Gangnam Style. Individuo que salía de las listas más buscadas por el burrismo masón con señales de sicopatía para la gente del pueblo. Esa gente que se acuesta imbécil y se levanta bailando la canción del caballo. Como esa juventud que se vestía de marca y va de mendigo...: enseñando braga y calzón y con los pantalones por debajo del péndulo campanil. 

Son modas

se suele comentar con frecuencia para disimular el mal gusto que tiene quien la ha ideado. Peor para quien la paga a precio de oro para despuntar como mendigo/ga o puta de carretera. Y no digamos de aquellas embutidas en trajes ajustados a modo de la cantante israelí.

¡Todos somos Israel!, nos falta decir en amigable parentesco y alianza con Trump y su capital Jerusalem. Era una forma más de comunicación no verbal-aunque sí musical- de que América está con judilandia. Aunque, políticamente, a la UE no la deja en buen lugar. ¿Y, a Trump, qué?

En fin;

todo el holograma terrícola no es más que una mentira hasta para los mismos que han ideado la máquina de los inventos. Están tan idiotizados con sus propósitos de poder, que han conseguido el efecto contrario: la autodestrucción.  Pero siempre tienen a alguien lo suficientemente desquiciada (como Lagarde) para lanzar mensajes destructivos hacia la grey. 
Viendo a Lagarde pienso  que efectivamente los extraterrestres lagartos existen.