martes, 6 de abril de 2021

¿Tiene usted dos dedos de frente?

 -¿Sí?
-Entonces está de enhorabuena. Usted no es ni Simón ni Illa.
Le parecerá tonto hacer este tipo de encuestas pero es muy importante para uno mismo saber qué nivel intelectual tiene. Y es tan fácil como hacerse la pregunta de: ¿Soy Illa o Simón?, ¿no? Entonces tengo un nivel intelectual anormalmente alto.
Hay periodistas que están buscando al intelectual responsable, del gobierno,  con la capacidad de obligar a la gente a ponerse mascarilla en la playa. Y ahí tienes a la grey con la cara al sol y la frente marchita, la mascarilla y la sonrisa horizontal con la braga acoplada. 
--¿Se ha dado cuenta, señor, que tiene usted media cara como si se hubiera puesto un tanga de señora? 
--¿No? 
--Pue la lleva visible y bien visible, parece un anuncio de tanga Todo a Cien. ¿O es que se ha dejado la braga diseñada para dar el pego de llevar la mascarilla puesta, cuando es la sombra del tanga sobre la pie?
Cada día hay más ingeniosos en la calle.
Desde que se ha implantado la moda del coronavirus, la vida de algunas personas nos ha cambiado radical. Uno empieza a ver cómo la psicosis es peor que el virus en sí. 
Lo de hacerse una rotonda cuando dos se enfrentan en la misma acera...: deberían trabajar de ingenieros de caminos en las instituciones publicas del sanctasanctórum partido socialista. No hace falta decir que el miedo es proporcional al energúmeno que no quiere morir hoy... Mañana...
Han hecho falta un Illa y un Simón para hacer creer a la gente que no hace falta ir a la universidad para disponer de un alto grado de conocimiento médico. Todo el mundo en los petit comité, de bar, han hecho lo que el coronavirus con la gripe estacional, relegar el fútbol, los toros y las mujeres. Y, lo peor de todo es, que me estoy dando cuenta de que sí cabemos más tontos por metro cuadrado. Es una pena darse de frente contra el poyete... para que se te haga la luz al final del túnel; pero más vale tarde... que saberse Simón-Cilla.
Por favor, alguien...
tenga la amabilidad de quitar de en medio a ese par de atolondrados especímenes en peligro de multiplicarse. Y, ya, de paso, matemos dos pájaros de un tiro llevándose a Marlaska lo más alejado posible de España y de los españoles. El mariconçon debe dimitir y esconderse en un zulo etarra, hasta que las ranas críen pelo.

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