Que tenemos un gobierno que nos miente constantemente y que se burla de nosotros por esas mismas mentiras... es algo totalmente palpable. Se palpa en quien destapa la mentira y en quien se envalentona frente al señalador.
Marlaska es un misógino como buen mariconçon que es. Por eso no le gustaba ni le gusta, a la Fiscal Lola. Es un individuo extraño, diabólico y, lo que menos entiendo, que los policías le consientan estar como ministro de Interior. Si el máximo responsable de la seguridad del Estado dirige el ministerio como lo hace Marlaska... significa que estamos incapacitados frente a los violentos y, máxime, si estos violentos pertenecen al partido que gobierna. Pero es que eso no lo pueden consentir los policías y menos los sindicatos que les representan, porque serían responsables... y lo son... cómplices necesarios en los atentados, en los disturbios callejeros, en los desperfectos de mobiliario urbano. Entiendo que esos disturbios, esas manifestaciones de sus muchachos le deben poner las entrañas encogidas y el culo prieto. No se puede tener al jefe del LGTBI+ de ministro del Interior; de jefe de la Policía Nacional y la Guardia Civil.
El muy memo se ríe cuando un ciudadano le enseña los útiles empleados por los violentos, contra la gente a la que tiene que defender. Eso este memo del carajo. Como, tampoco, justifica que la policía asistente no hay puesto de su parte algo más que su estampa para que se la rompan. Estas cosas cuando suceden, uno llega a pensar que un mamporrazo recibido de cierta manera pactada, puede ser beneficioso para una larga baja y un ascenso territorial. Es que uno llega a pensar mal y acierta. Mal batalla hemos tomado, querido Sancho, la de luchar contra gigantes volátiles, imagineros, si buscamos una fórmula venezolana para salir airoso, como bien parado, en la futura memoria histórica.
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