Ay, los ricos, que sinvergüenzas

Tanto le preocupa a Jeff Bezos, fundador de Amazon, el cambio climático que se ha comprado una mansión al lado del mar, por 78 millones de dólares. ¿Realmente un señor tan pulcro, tan inteligente, se puede permitir, conociendo una tragedia de dimensiones tan considerables, comprarse una mansión que va a ser destruida por el aumento del nivel del mar? ¿Qué pensáis? Pues que a lo mejor los listos no son tan listos y los tontos aumentamos de volumen y peso. Que a estas alturas le hagamos caso a cualquiera que venga diciendo la primera chorrada, es como caer en la venta de hierbas que cura el cáncer o el secreto de nuestros abuelos: linimento del doctor Sloan. El Tío del Bigote.

Esta gentuza que nos está dando por el culo día sí y el otro también, lo único que les interesa es vaciar territorios de mucho valor, vaciar islas, para que se les vea lo menos posible para sus ratos de hocio pedófilo, homosexual, LGTBI+ y todas las siglas marranas que se les pueda ocurrir. El caso es joder a quien puedan y, si son niños, mejor. Porque toda esta gentuza no tiene miramientos ni para ellos mismos. Saben que en un momento les pueden meter la estaca por el cuelo y aprovechan el tiempo al máximo. Mirar como se liquidaron a Epstein, y eso que era el que les suministraba carne fresca de niños, para la "isla de la pedofilia", como se la conocía normalmente, a la isla Little St James. 

Todo un complejo de edificaciones y ramificaciones de túneles y habitaciones maso, donde ataban, fustigaban y violaban a los niños y niñas que el puto Epstein les llevaba a curas, presidentes de gobiernos, a mafias para sacrificio humano. Pero ¿qué tipo de personas son estos degenerados dirigentes? Son psicópatas al servicio del mal. ¿Pero el mal existe? Claro que existe el mal: en la mente de cada individuo. Unos lo desarrollan más y otros menos, pero por eso estamos en este planeta: un planeta de apestados. Por eso ¿quién o quienes podrían venir aquí, si no fueran individuos con idéntico adn maléfico? Ya lo dijo el jesuita Salvador Freixedo: No mandemos tantos llamados al espacio, tal vez, lo que venga, no sea tan bueno.