sábado, 29 de mayo de 2021

¿Qué parte no entendemos?

 infinidad de niños son secuestrados anualmente para abuso de pedófilos, para vaciarles de órganos, para venta de mano de obra barata, para adopciones de gente rica, y, como no, para uso de la medicina y las agencias estatales de inteligencia. "Inteligencia". Son utilizados por estas agencias para adoctrinarles como si fueran perros, delfines u otro animal destinado a servicios propios de control mental. Es la carne susceptible de ser manipulada, robada, manoseada, abusada y, por último: comida.  ¿Qué parte no entendemos?
Hay una parte de la población del mundo que estamos en las nubes y no al cabo de los sucesos que ocurren en la calle. 
Los robos de niños no vienen siendo una noticia de última hora. Viene desde hace muchos años y todos esos años, han sido infructuosos en la medida de prevención. ¿Por qué? Porque hay mogollón de gente de pasta que paga para que policías, mafias y jueces, no entren a forzar la maquinaria que lleva en funcionamiento desde que el mundo es mundo. Ahora más.
Cada día van apareciendo en diferentes lugares del planeta y enterrados en túneles y fosos, montones de chiquillos con síntomas de lo más crueles sometimientos y torturas. Solo gente sin espíritu, como los dominicos: La Santa Inquisición, fueron capaces de llevar a cabo. Es evidente que las malas obras están en todos los grupos de poder. Y cuanto más elitista... peor. Rota la abstracción infantil, queda el vacío interno, a ser ocupado, rellenado por un ente diabólico. Por ideologías chorras y sin fundamento. Que tanto se lleva ahora.
Queda por decir que los niños que han sido utilizados para probar vacunas Pfizer en, el 86%, dieron reacciones adversas. Que van de leves a graves. Aún así, Pfizer, AstraZeneca y Módena se siguen inoculando sin ningún impedimento. La cuestión es tener a la gente vacunada y controlada por medio de cartilla digital. Nadie sin vacuna y cartilla. Viva el rebaño aunque esté infestado con problemas vasculares y coágulos de sangre. ¡Malditos carniceros! Y el Papa aclamando: "Que haya vacunas para todos". ¡Menudo bicho!

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