martes, 21 de septiembre de 2021

el coronavirus,

 <<ese virus llave>> que ha servido como instrumento de cierre de empresas, de incógnita al mundo laboral, económico y social. Ese ha sido el móvil utilizado para romper, sobre todos, a los pequeños empresarios, acaparando el pastel las grandes multinacionales de las grandes fortunas y la política. Las PYME están cerrando echando la culpa al virus, a los políticos, y al encierro. Las culpas deberían echárselas a las multinacionales insaciables de millones y millones de dólares...

Poco a poco vamos atando cabos y nos vamos sorprendiendo de la sutileza empleada para combatir la fuerza mayor que emana del populacho. Somos los bastos de la baraja, con poder suficiente para tomar decisiones políticas y sociales... pero nos han separado de las otras fuerzas representativas menos poderosas, y nos hemos dejado engañar.
La vida representativa por los ciudadanos del mundo es el hastío hasta el grado sumo. Creemos que porque seamos buenos cumpliendo los preceptos de la Iglesia y el Estado, estamos libre del pecado y del delito. ¿Y qué mayor delito es dejarse ningunear hasta el paroxismo? Ahora nos damos cuenta que toda la vida la hemos realizado dando rodeos a cosas ficticias que podían caer y romperse y que no hemos sabido hacer otra cosa. Ahora vamos a aprender que la cosa no la hemos realizado conforme a gozo si no a llanto.
Las empresas que sostenían millares de personas han ido cerrando porque la avaricia al final rompe el saco. Si las empresas cierran dejan a la gente en la calle y haya que buscar el método de llenar la panza. O me acomodo al Estado o me echo al monte: al robo y la agresión. Dando paso a una inseguridad solo aplacada por los sistema de represión. Éstos tendrán unos años más de vida, que el resto de seres, pero al final terminarán sin trabajo por añadirse al trapicheo, el asesinato, la extorsión y más suplicio para los ciudadanos humildes. Una cadena de montaje que solo traerá, como compensación, la muerte más rápida: en formatos de suicidios, como método de salir cuanto antes de la pobreza más acuciante. Los ricos no lo van a pasar mejor. Los habrá que echarán mano de los bunkers que tienen cargados de comestibles, y así creerán que están seguros. Pero los generadores se verán impotentes ante largas ausencias de luz, y tendrán carencia de las mismas y las neveras no enfriarán y los alimentos, en ellas, se corromperán. Y, a la larga, tendrán que salir a que alguien se los lleve por delante al considerarles enemigos de compadreo. Todo el mundo perderá la cabeza y lo peor que podría pasarnos es pasar al lado oscuro en formato de zombis. El zombi mata sin darse cuenta de que se está comiendo a alguien vivo a su lado. Solo quiere saciar el hambre, que es para lo que ha sido sofronizado a través de las pastillas idem. No vienen tiempos buenos; tampoco tenemos hombres/políticos buenos. Así nos va.

No hay comentarios: