miércoles, 15 de septiembre de 2021

desde la Memoria Histórica

 

En la persecución religiosa durante la Segunda República y la Guerra Civil, fueron martirizados 4.184 sacerdotes del clero secular, 2.364 religiosos y 296 monjas; en total 7.845. Pero no tenemos ni idea, ni siquiera por aproximación, del número de laicos que murieron mártires.
No solo fueron saqueadas y profanadas todas las iglesias parroquiales, sino también todas las ermitas, porque de lo que se trataba era de arrancar la fe del pueblo español. El radicalismo antirreligioso no podía tolerar una manifestación de fe ni en el último rincón de España.
En la década de los treinta lo cierto es que hubo miles de mártires, pero eso sucedió en la España controlada por los socialistas, los comunistas y los anarquistas, porque en la zona ocupada por las tropas de Franco no solo no hubo mártires, sino que se defendió y se protegió a la religión católica.
 El martirio de las cosas sagradas: saqueos y profanaciones de todas las iglesias parroquiales y ermitas, ornamentos sagrados profanados y quemados, las imágenes fueron destruidas casi en su totalidad, todos los altares y retablos fueron destruidos, sepulturas saquedas...
Todo lo expuesto hasta aquí habla bien a las claras del empeño de los socialistas y los comunistas de arrasar la fe de España y por lo tanto de borrar la historia, ya que sin la religión católica su historia ni tiene sentido, ni puede entenderse. Se trataba de hacer una España socialista, materialista y atea, construida sobre los escombros de la fe católica.


El martirio de las cosas sagradas proclama esta verdad con toda claridad, que los futuros historiadores tienen que poner negro sobre blanco. Pero los marxistas no pudieron conseguir arrancar la religión católica de España, porque perdieron la Guerra Civil. Sí, esa era su intención y no la ocultaban entonces, por más que sus sucesores del actual Gobierno de coalición de socialistas y comunistas de Pedro Sánchez quieran distorsionar ahora la historia. El 5 de marzo de 1937, el Secretario General del Partido Comunista Español, José Díaz, dijo en un mitin en Valencia: «En las provincias en las que dominamos, la Iglesia ya no existe. España ha sobrepasado con mucho la obra de los Soviets, por que la Iglesia en España está hoy día aniquilada».
Dada la solidaridad de Sánchez, ahora, con la Iglesia, viene dictaminada por el dictador religioso Vergoglio, a quien le gusta más un socialismo dictadural, que la silla de Pedro. A la que se sientan, en reposo, por que hay posar el culo en ella. El Vaticano ha muerto, viva el Vaticano.
Esto va en memoria por los caídos de los socialcomuistas, en España.

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