En este caso voy a dar mi opinión sobre la postura enfrentada entre el padre y la madre de Diana Quer. Como siempre ocurre entre el padre y la madre hay un tercero en discordia y en este caso es Tele5, en manos de Ana Rosa Quintana: en su programa matinal.
Ayer tarde escuché en un programa de radio cómo el padre de Diana se negaba a que Ana Rosa Quintana: en su programa matinal... no difundiera un vídeo -imagino que ideado y producido por T5-, por un motivo de defensa de los derechos de la persona asesinada...; y porque en él se relata el asesinato paso a paso como queriendo hacer de cada uno de los televidentes la mano impulsora del asesinato. Imagino que el asesino se habrá divertido conmemorando el vídeo de su hazaña...; a la vez que lanza el formato de cómo asesinar y esconder los cuerpos sin que la policía los encuentre.
Este morbo televisivo es de tal repugnancia y sus presentadores tan pobres de espíritu...: -que no me extraña que el padre se haya negado a visionar el vídeo por la TV5. O a disponer a la presentadora -a pensar- si a ella la gustaría siendo su hija la asesinada.
Sin embargo leo hoy, que la madre de Diana no la importa... es más... ambienta el interés de que cuantos más televidentes haya mejor. Una forma de lanzar al mundo el desquiciado individuo que es el asesino de su hija.
Visto lo visto pienso que los padres no deben de estar conviviendo en pareja. Porque, si así fuera, esa dicotomía de pareceres no se daría. La Razón frente a la Emoción. Se nota que, la mente y el corazón, no van de la mano.
Creo que una cosa es poder dar a la opinión pública los aconteceres cotidianos para que el público opine y sea conocedor de lo que sucede a su alrededor y en el plano político y social de su país... -No tapar detalles- ...Pero tampoco ofrecerlos como si de una película de Hollywood se tratara. Recrear los detalles de un asesinato real... horroriza a la grey, y no se acaba con los asesinos confesos de serlo.
Estoy por la información... pero no... por la puesta en escena. No somo quienes para conmovernos, por los medios, con la muerte de un ser humano. Todo debe tener una línea de Stop: por respeto, como de omisión de detalles.
Ayer tarde escuché en un programa de radio cómo el padre de Diana se negaba a que Ana Rosa Quintana: en su programa matinal... no difundiera un vídeo -imagino que ideado y producido por T5-, por un motivo de defensa de los derechos de la persona asesinada...; y porque en él se relata el asesinato paso a paso como queriendo hacer de cada uno de los televidentes la mano impulsora del asesinato. Imagino que el asesino se habrá divertido conmemorando el vídeo de su hazaña...; a la vez que lanza el formato de cómo asesinar y esconder los cuerpos sin que la policía los encuentre.
Este morbo televisivo es de tal repugnancia y sus presentadores tan pobres de espíritu...: -que no me extraña que el padre se haya negado a visionar el vídeo por la TV5. O a disponer a la presentadora -a pensar- si a ella la gustaría siendo su hija la asesinada.
Sin embargo leo hoy, que la madre de Diana no la importa... es más... ambienta el interés de que cuantos más televidentes haya mejor. Una forma de lanzar al mundo el desquiciado individuo que es el asesino de su hija.
Visto lo visto pienso que los padres no deben de estar conviviendo en pareja. Porque, si así fuera, esa dicotomía de pareceres no se daría. La Razón frente a la Emoción. Se nota que, la mente y el corazón, no van de la mano.
Creo que una cosa es poder dar a la opinión pública los aconteceres cotidianos para que el público opine y sea conocedor de lo que sucede a su alrededor y en el plano político y social de su país... -No tapar detalles- ...Pero tampoco ofrecerlos como si de una película de Hollywood se tratara. Recrear los detalles de un asesinato real... horroriza a la grey, y no se acaba con los asesinos confesos de serlo.
Estoy por la información... pero no... por la puesta en escena. No somo quienes para conmovernos, por los medios, con la muerte de un ser humano. Todo debe tener una línea de Stop: por respeto, como de omisión de detalles.
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