viernes, 1 de marzo de 2019

qué disgusto...

anoche me dieron el disgusto mayor de mi vida. Y no es que hubiera o hubiese soñado con que a Junqueras le metían 40 años de trena, no. 
Sino, porque la sonda Opportunity se ha apagado, se ha muerto, allá tan lejos, fuera del afecto y cariño con que habíamos acompañado su labor sobre la corteza de Marte, y todo, por culpa de una inmensa tormenta de polvo; -que vendría a ser, para los terrícolas, como un constipado de entretiempo-; tormentas de polvo que nos disparan la mente sobre una atmósfera en movimiento y, por tanto, respirable. A no ser que los marcianos tengan otra composición  químico-celular y respiren el mismo polvo que sueltan los aviones, chemtrails, para que el planeta se convierta en un ojo con cataratas.
Me pregunto, ¿con qué vamos a retratar los escombros, a los altos marcianos, a las llanuras sin hierba y los mares sin agua?
A no ser que algún hijo de... marciano, le dé por coger la sonda... jugar con ella y de paso... limpiarla y ponerla en funcionamiento. ¿Por qué no, eh?
Recordando la sonda me llega a la mente la visión de los astronautas con esas corazas, esos trajes de buzo, subiendo a la nave y salir disparados hacia la profundidad del mar espacial. Y, que, cuando bajan, siguen vistiendo ese traje de vacío, como salchichas de carnaval. Y, resulta que, cuando vemos a un extranjero bajar a tierra por la escalerilla automática, bajan de las naves como si de un tablao gitano, en fiesta de cumpleaños, se tratara. O, saliera de la nave a modo de discoteca, a mear fuera en el descampado. No me cuadra. Pero todos lo hemos visto en vídeos. O somo tontos, o no son extraterrestres, o son montajes de las guerra de los  mundos, de Orson Welles. O, realmente, hay aire respirable en todos y cada uno de los planetas y lunas de nuestro sistema solar. Aunque me inclino a pensar que ni la ESA, ni la NASA, ni ninguno de los estamentos espaciales no van a engañar, ¿verdad? Si no que se lo pregunten a Duque. 

No hay comentarios: