jueves, 7 de marzo de 2019

a punto de caramelo

para el día de la mujer y para que, VOX, proponga, el día del hombre. 
Estas coyunturas me están gustando. Si la Iglesia va quitando días de santos, nosotros, los descreídos, vamos a ganar terreno con días duplicados paganos. Volvemos a las antiguas creencias romanas. A las termas con zagales o zagalas. Al sexo duro por las calles, plazas y teatros, y a las espadas y puñales a juego. Amén de casarte con trans, si así lo deseas. No vaya a pasarte como a Jan, que solicita la nulidad de su matrimonio, tras 20 años con Mónica, su esposa, por haberse dado cuenta que es Trans... Le voy a pedir a VOX que solicite el toca-huevos, muy común en la era de los Papas-Papas para que no se les infiltrara, una papa Juana, en el templo de Pedro. Es esencial -estimo- la presencia del toca huevos ahora que tenemos tantas siglas románticas LGTBI. Alguien que certifique que, -con quien te vas a casar-, reúna las condiciones óptimas para la noche de pernada. Debemos recordar que a Obama le pasó un tanto de lo mismo. La diferencia está que Jan no se ha dado cuenta en 20 años, y Obama lo supo de inmediato: si tiene nuez, habla como un hombre, tiene constitución de hombre, y tiene un bulto sano entre la entrepierna... ¡Leeeches! 
Alegremos la vida de Jan ahora que vamos sabiendo que la mayor parte de las mujeres casadas con presidentes importantes y otras que fueron reinas... no  eran mujeres. En su mayoría fueron hombres disfrazados. Por lo que no podían tener descendencia y acudían a úteros de alquiler. Como la mayor parte de los niños rubitos, todos iguales, de las monarquías, suelen tener un solo padre. Inseminación artificial. 
Total, amigos,
que entre las parejas de cohecho con las siglas LGTB y las gonorreicas mujeres feminazis, el mundo de las parejas está cambiando a marchas forzadas. Y, al final, todos serán niños rubitos, ojos azules y arios. Los verdaderos habitantes de la raza de la era Hitleriana.
También pediré a Vox que solicite la raza pirenaica: ojos con el iris color marrón oscuro, el resto del ojo marrón clarito, tirando hacia los de lechuza; y que no tengan ningún rasgo de Rajoy, ni de Zapatero, ni de Sánchez, ni de Azar, ni de Felipe, y mucho menos de Guerra... -seria una repetición que no estamos dispuestos a consentir.
Y que sepáis que es mejor casarse con un trans... que agarrar a una feminazi que te esté todo el rato dando por el culo con el patriarcado. Al menos, si te han de meter algo por el culo, que sea la polla y no el marujeo patriarcal, tan manido y vapuleado. Que -por decir algo- hasta nuestros días no ha sido nunca un patriarcado: sí ha sido un matriarcado. Y si alguna de las feminazis se ha convertido en feminazi, machorra y camionera, ha sido gracias a una madre que la ha dirigido hacia el lesbianismo y la venganza, hacia el hombre que ha tenido al lado. 
A si que, niñas, habéis dado en alzar una bandera que no os corresponde y una voz que está hueca y sin fundamento. 
¡Ala, a cagarla! y buscaros otros tontos o plancha-bragas que os mantengan vuestras irrigadas cabecitas de melón. Gracias a vuestras algarabías... -nos habéis abierto los ojos y nos dais asco. 
Ahora ya tenéis tiempo para más bolas chinas y menos rosarios; la Iglesia ya os deja comeros la almeja putrefacta, y habéis conseguido la igualdad en las oficinas y desde las oficinas. ¡Qué poquitas reivindicáis la igualdad en las minas, en las obras, cargando pales! ¡Ah, es que ahí no estáis, ni se os espera!

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