La
pasada semana el ministro de Industria Soria -imputado también por corrupción
urbanística en Canarias- acusó al ministro
de Hacienda en el Consejo de Ministros de favorecer descaradamente a la empresa
líder de renovables, Abengoa, de la que había sido asesor, en la nueva
regulación de estas energías, que reciben más de 7.000 millones de euros de
subvenciones anualmente. Y Rajoy, al que entregó una carta probatoria,
ni dijo ni hizo absolutamente nada.
No puede permitirse por más tiempo este nivel de corrupción, y menos aún a 17 regiones funcionando
como estados independientes, con todos los organismos multiplicados por 17,
desde 17 servicios meteorológicos a 17 defensores del pueblo, con 200
embajadas, 50 canales de TV regionales en pérdida, 30.000 coches oficiales o
4.000 empresas públicas que emplean a 520.000 personas, creadas específicamente
para ocultar deuda y colocar a familiares y amigos sin control ni fiscalización
alguna. En conjunto, unos 120.000 millones, equivalentes al 11,4% del
PIB, se despilfarran anualmente en un sistema de nepotismo, corrupción y falta
de transparencia .
Y con
esto se tiene que acabar, entre otras cosas, porque ya no hay dinero. Los
últimos datos de las cuentas públicas conocidos la pasada semana son
escalofriantes. El déficit del Estado a julio ascendió al 4,62% del PIB, frente
a un déficit del 3,5% comprometido con la
UE para todo el año (del 6,3% incluyendo regiones y ayuntamientos). Pero lo realmente inaudito es que España está
gastando el doble de lo que ingresa. 101.000 millones de gasto a julio fren te
a 52.000 millones de ingresos, y precisamente para poder financiar el
despilfarro de regiones y ayuntamientos, que no están en absoluto comprometidos
con la consolidación fiscal.
El tema
del déficit público es algo que roza la ciencia ficción, y que ilustra
perfectamente la credibilidad de los dos últimos gobiernos de España.
En noviembre de 2011, el anterior Gobierno dijo que el
déficit público era del 6% del PIB; a
finales de diciembre, el nuevo Gobierno dijo que le habían engañado y que el
déficit era superior al 8%, y que se tomaba tres meses para calcularlo con toda
precisión. A finales de marzo, se dijo que definitivamente era del 8,5%, y ésta
fue la cifra que se envió a Bruselas. Dos semanas después, la Comunidad de Madrid dijo
que sus cifras eran erróneas y el Ayuntamiento de la capital igual… el déficit
era ya del 8,7%.
Sin
embargo, la semana pasada el INE dijo que el PIB de 2011 estaba sobrevalorado
y, con la nueva cifra, el déficit era del 9,1%; dos días después, Valencia dijo
que su déficit era de 3.000 millones más; o sea, que estamos en el 9,4% y las
otras 15 CCAA y 8.120 ayuntamientos aún no han corregido sus cifras de 2011. Lo
único que sabemos es que están todas infravaloradas. El déficit real de 2011 puede estar por encima del 11% , por lo cual en 2012 se está gastando el doble de lo
que se ingresa. Como dice el Gobierno de Rajoy, “estamos en la
senda de convergencia”. Y es verdad… de convergencia hacia Grecia.
Claramente,
la joven democracia española tiene todavía muchos déficits de representatividad
y de democracia que deberían interesar a la canciller Merkel y también a Europa, si queremos evitar
una Grecia multiplicada por cinco y salvar el euro. Esto es lo que ha hecho
posible el despilfarro masivo de las ayudas europeas, con una asignación
disparatada de las mismas, a pesar de que estas ayudas han supuesto una cifra
mayor que la del Plan Marshall para toda Europa.
Es frustrante que a causa de este sistema oligárquico
nepotista y corrupto se destroce talento y creatividad y que ahora muchos
jóvenes se vean forzados a trabajar fuera, muchos en Alemania. Esa situación
nos ha llevado a una distribución de riqueza que es de las más injustas de la OECD.La antaño
fuerte clase media española está siendo literalmente aniquilada.
Resumiendo:
no es una falta de voluntad de trabajo, como se piensa tal vez en algunos
países del norte de Europa, lo que hace que España sufra la peor crisis
económica de su Historia. Es un sistema
corrupto e ineficiente. La crítica del Gobierno alemán y sus
condiciones para un rescate de España se deberían concentrar en la solución de
esos problemas. En caso contrario, solo
conseguirán que una casta política incompetente y corrupta arruine a la nación
para varias generaciones.
*Stefanie
Claudia Müller es corresponsal alemana en Madrid y economista.
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