Como en el caso de tantas ciudades medievales, nacieron los Sanfermines
como feria comercial y como fiesta secular, tomando las fechas de
fiestas religiosas cristianas, éstas a su vez a anteriores raíces, del
paganismo vasco y latino. A comienzo del siglo XIII d.C ya se celebraban
unas ferias comerciales tras la noche de San Juan, entre el día 23 y el
24 de Junio, con el comienzo del verano. A San Juan seguía San Pedro y
luego Santiago, el 25 de Julio, un mes después; en medio, San Fermín (como un Santo entre tantos: no es el patrón de Pamplona. (Patrón de Pamplona: San Saturnino, 29 de noviembre). Tenemos, pues, en plena Edad Media,
ferias comerciales y fiestas religiosas a lo largo de un mes, en el
inicio del verano. Las ferias comerciales eran concurrencia de
mercaderes y aldeanos, ganaderos y gentes de todo tipo; también pretexto
para fiestas y comenzaron, en algún momento, a organizarse corridas de
toros. Así nacieron, probablemente a finales del siglo XVI, algo que
podríamos considerar propiamente los primeros Sanfermines.
Hay otra fecha emparentada, ahora al final del verano, el 10 de Octubre, en que se organizaba una feria en Pamplona, de siete días, desde el año 1324, por privilegio del rey Carlos I de Navarra y IV de Francia. Medio siglo después, en 1381 por privilegio del rey Carlos II de Navarra, pasó a ser feria franca. También entonces, con festividades religiosas.
Estas dos ferias y fiestas, al inicio y al final del verano, se unificaron, para aprovechar el mejor clima, en la que desde entonces comienza el día séptimo del séptimo mes: el 7 de Julio (que no es el día de San Fermín pero nadie se acuerda de ello). Aunque todavía en la actualidad, a finales del verano, se celebran los llamados Sanfermines txikis (pequeños Sanfermines) sólo para los íntimos. Así queda para todos el "uno de Enero, dos de Febrero, tres de Marzo, cuatro de Abril, cinco de Mayo, seis de Junio, siete de Julio, ¡San Fermín!".
Consta que se celebró una fiesta ya en las nuevas fechas. El Regimiento (Ayuntamiento de entonces) celebró con gran ceremonia y pompa, el 7 de Julio de 1591 (obsérvese, hace algo más de cuatrocientos años):
* Pregón de Fiestas, muy ceremonial.
* Torneo con lanzas en la actual Plaza del Castillo.
* Teatro: "Comedia y Tragedia del Bienaventurado San Fermín".
* Danzas, procesión por las calles, etc.
* El día siguiente, se celebró una corrida de toros.
Ya tenemos así documentado desde finales del siglo XIV un embrión de los Sanfermines, y a finales del siglo XVI unos párrafos del programa oficial de hoy. Fueron pasando los siglos, sin grandes cambios. Eran unas fiestas locales, con feria comercial, fiestas religiosas, principio del verano, y así año tras año, siglo tras siglo.
Pero aproximadamente desde 1950 los cambios han sido acelerados. En primer lugar, por el incremento del nivel de vida. Nuestros abuelos ahorraban durante todo el año para disfrutar en las fiestas, y quien tuviera 100 pesetas de las de entonces era muy afortunado. Hoy con esa cifra no se llega a pagar un vaso de vino; más aún, Navarra tiene de las más altas rentas per cápita de España.
Nuestros abuelos pasaban los Sanfermines a solas, con los aldeanos de la comarca (la Cuenca de Pamplona) algunos días. Se merendaba frecuentemente en casa o en las tabernas, y como hoy, en las corridas, en las que circulaba el vino peleón de entonces. El pueblo (Pamplona tendría unos veinte mil habitantes) se juntaba en la Plaza Consistorial para recoger al Ayuntamiento y acompañarlo a la iglesia de San Lorenzo, donde en su capilla de San Fermín se celebraba como hoy una misa, las Vísperas, el 6 de Junio. Tras la misa, pueblo y autoridades regresaban de la iglesia al Ayuntamiento, igualmente por la calle Mayor. Poco más había, salvo bailes en la plaza del Castillo, y claro, las corridas y el encierro.
Hay otra fecha emparentada, ahora al final del verano, el 10 de Octubre, en que se organizaba una feria en Pamplona, de siete días, desde el año 1324, por privilegio del rey Carlos I de Navarra y IV de Francia. Medio siglo después, en 1381 por privilegio del rey Carlos II de Navarra, pasó a ser feria franca. También entonces, con festividades religiosas.
Estas dos ferias y fiestas, al inicio y al final del verano, se unificaron, para aprovechar el mejor clima, en la que desde entonces comienza el día séptimo del séptimo mes: el 7 de Julio (que no es el día de San Fermín pero nadie se acuerda de ello). Aunque todavía en la actualidad, a finales del verano, se celebran los llamados Sanfermines txikis (pequeños Sanfermines) sólo para los íntimos. Así queda para todos el "uno de Enero, dos de Febrero, tres de Marzo, cuatro de Abril, cinco de Mayo, seis de Junio, siete de Julio, ¡San Fermín!".
Consta que se celebró una fiesta ya en las nuevas fechas. El Regimiento (Ayuntamiento de entonces) celebró con gran ceremonia y pompa, el 7 de Julio de 1591 (obsérvese, hace algo más de cuatrocientos años):
* Pregón de Fiestas, muy ceremonial.
* Torneo con lanzas en la actual Plaza del Castillo.
* Teatro: "Comedia y Tragedia del Bienaventurado San Fermín".
* Danzas, procesión por las calles, etc.
* El día siguiente, se celebró una corrida de toros.
Ya tenemos así documentado desde finales del siglo XIV un embrión de los Sanfermines, y a finales del siglo XVI unos párrafos del programa oficial de hoy. Fueron pasando los siglos, sin grandes cambios. Eran unas fiestas locales, con feria comercial, fiestas religiosas, principio del verano, y así año tras año, siglo tras siglo.
Pero aproximadamente desde 1950 los cambios han sido acelerados. En primer lugar, por el incremento del nivel de vida. Nuestros abuelos ahorraban durante todo el año para disfrutar en las fiestas, y quien tuviera 100 pesetas de las de entonces era muy afortunado. Hoy con esa cifra no se llega a pagar un vaso de vino; más aún, Navarra tiene de las más altas rentas per cápita de España.
Nuestros abuelos pasaban los Sanfermines a solas, con los aldeanos de la comarca (la Cuenca de Pamplona) algunos días. Se merendaba frecuentemente en casa o en las tabernas, y como hoy, en las corridas, en las que circulaba el vino peleón de entonces. El pueblo (Pamplona tendría unos veinte mil habitantes) se juntaba en la Plaza Consistorial para recoger al Ayuntamiento y acompañarlo a la iglesia de San Lorenzo, donde en su capilla de San Fermín se celebraba como hoy una misa, las Vísperas, el 6 de Junio. Tras la misa, pueblo y autoridades regresaban de la iglesia al Ayuntamiento, igualmente por la calle Mayor. Poco más había, salvo bailes en la plaza del Castillo, y claro, las corridas y el encierro.
Los Sanfermines vienen evolucionando tanto como la sociedad. Han perdido mucho de su componente religioso, y el acompañar del pueblo al Ayuntamiento para celebrar en misa las Vísperas de los Sanfermines, se ha convertido en un acto de protesta, con nombre propio, el riau-riau, que durante los últimos años incluso se dejó de celebrar, se dejó de organizar oficialmente por los disturbios que lo acompañaban.
¿Las cien pesetas de nuestros abuelos? hoy cualquier pamplonés gasta mil veces más en esos siete días de fiestas (los niños, algo menos). Apenas se bebe vino, como no sea de marca; la bebida más usual quizá sea el champán o el cava. Sólo tenían nuestros abuelos una docena de tabernas y hoy Pamplona y comarca dispone de unos mil establecimientos, cafeterías, bares, restaurantes, casas de comidas... con una pujante gastronomía. La población se ha multiplicado por diez, Pamplona tiene unos doscientos mil habitantes y la Plaza de Toros, vacía todo el año, la tercera mayor del mundo, queda realmente muy pequeña para contener a todos.
Desde la postguerra y en especial desde la obra literaria de Hemingway, (que, dicho de paso, apenas refleja los Sanfermines, contra lo que se suele decir), los visitantes extranjeros se acumulan en la ciudad. Primero llegaron los franceses (no los vascofranceses, del sur y a fin de cuentas vecinos, sino de más allá); los alemanes y los norteamericanos. Después, británicos, escandinavos, luego las caravanas de australianos y neozelandeses. Es del todo imposible hacer estadísticas, pero probablemente durante los Sanfermines haya tantos extranjeros como pamploneses. Bien es cierto que muchos pamploneses, por gusto o por obligación, salen de la ciudad durante los Sanfermines o sólo los disfrutan algunos días. Significa pues duplicar la población ... y concentrarla especialmente en el Casco Antiguo de la ciudad, que tendrá como medio kilómetro cuadrado de extensión. Las ganas de fiesta de la mayoría ayuda a la convivencia, jamás se han sufrido incidentes que lamentar. Pero la situación es sencillamente grave en el encierro. Las fotografías antiguas nos muestran quizá un centenar de corredores, o incluso menos. Hoy son quince mil o más, con el mismo número de toros, en el mismo recorrido, por las mismas calles, en los mismos pocos minutos. Ese es probablemente el mayor problema de los Sanfermines: no su masificación general, pues si es cierto que la fiesta se concentra en el Casco Antiguo, se conquistan nuevos barrios para la fiesta; sino la masificación del encierro, y la evidente falta de preparación de la inmensa mayoría de los corredores de fuera de Pamplona.
Es peligroso, porque los toros siguen teniendo astas finas y cada uno más de media tonelada de peso y el rápido galopar del rebaño en la madrugada, golpeando sus pezuñas el adoquinado, es tan impresionante como en la mañana del primer día del siglo, cual fuera, en el que nacieron los Sanfermines.
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