Dentro de unos meses se cumplirá el primer aniversario de la fatídica
fecha del 21 de diciembre de 2012, en la que el antiguo calendario Maya
parecía asignar el fin de los tiempos. Pero llegó la esperada fecha y el
juicio final no ocurrió, celebrado por toda la humanidad y olvidando
así la terrible profecía como si se hubiera tratado de una pesadilla.
Pero muchos expertos alertaron que esa fecha simplemente marcaba un
comienzo, el principio del fin de los tiempos.
El secreto de los monjes tibetanos
El memorándum resume una expedición al Tíbet; diez personas bajo la
dirección de Yakov Blumkin fue enviada en 1925 al Tíbet en busca de
artefactos de civilizaciones anteriores a la nuestra y la búsqueda de la
Ciudad de los Dioses. En la actualidad, se ha escrito mucho sobre esta
enigmática expedición, y ya no es un secreto que la expedición fue
organizada por Félix Dzerzhinski (jefe del GPU) y dirigida por Boki
Gleb, comunista encargado de investigar fenómenos paranormales. Según el
documento, el principal objetivo de la expedición era demostrar la
existencia de la Ciudad de los Dioses y conseguir las coordenadas
geográficas de su ubicación, además de obtener la tecnología existente
conocida por el tremendo poder destructivo. Como dato curioso, Hitler
también envió expediciones secretas con el mismo objetivo que el Imperio
Ruso.
El documento señala una orden de detención contra Thupten Gyatso (Dalai
Lama XIII) firmada por Dzerzhinsky. Pero sorprendentemente, el líder
espiritual budista aceptó como invitado a Bliumkin, sin embargo, el jefe
de seguridad no olvidó ni por un momento su peculiar misión. Bliumkin
negoció con el Dalai Lama el poder acceder a las estructuras
subterráneas bajo el Palacio de Potala, que según los monjes, la Ciudad
de los Dioses contenía un mecanismo maravilloso. Blyumkin fue acompañado por trece monjes en
enero 1926, donde finalmente llegó a una cueva misteriosa. El documento
describe con gran detalle como accedieron a una cadena de laberintos
subterráneos por un complejo sistema de esclusas. De las salas secretas,
los monjes tibetanos solo les mostraron dos. Una de ellas contenía una
especie de máquina que los monjes la llamaban “Vajra”.
Era una enorme pinza, que según los monjes, apareció en los túneles
subterráneos hacia 8 o 10 mil años antes de Cristo. La misteriosa
máquina evaporaba el oro a una temperatura cerca de los 7000 grados.
Visualmente, según los monjes, el proceso era el siguiente: el oro se
convertía en un polvo. Este polvo era añadido a la comida y la bebida de
las antiguas civilizaciones, extendiendo así su vida por cientos de
años. Este mismo polvo los antiguos habitantes lo utilizaban también en
los enormes bloques de piedra, sin embargo, la civilización no sobrevivió.
Según Bliumkin, los monjes le dijeron que los pasillos subterráneos
ocultaban artefactos de todas las civilizaciones anteriores de la
Tierra. Cada civilización moría como consecuencia de una catástrofe
natural global, causado por el paso de algunos de los planetas alrededor
del Sol, tan grandes como tres veces el tamaño de la Tierra y, en
consecuencia, atrayendo una gran cantidad de calor y agua en su
superficie. La frecuencia de paso del planeta a través del sistema solar
era, en palabras de los monjes, cada 3600 años. Cualquier persona que
esté un poco interesado en la historia alternativa de la Tierra, le
queda claro que los monjes estaban hablando del planeta conocido como Nibiru.
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