lunes, 11 de julio de 2016

Adiós tito Obama

Gracias por pasarte por este país al que nunca habéis tenido marcado en el atlas. Solamente habéis tenido la bonanza de venir cuando el tito Bush quería que el tito Aznar pusiera las piernas encima de la mesa, como él hacía, después de esa guerra mafiosa que bien le venía a EEUU. Y de esta guisa se retrataron los dos. 
Ahora llegas tú a decirnos que estamos muy orgullosos de España, cuando España está hecha unos zorros. Has llegado y besado íntimamente al Monarca, a Rajoy, y a los palmeros de Pedro, Pablo y Alberto. A tí,
el país, España, te importa lo justo que entra en Rota. Y a mí, negro-blanquico, me gustas lo suficientemente lejos. Has venido porque la Iglesia te ha elegido como la 3ª persona de la Trinidad.  Has venido a decirnos que somos lo más de lo más; que somos la Suiza judeo-masónica-católica, elegida por el papa Franc. Te has arrodillado a los pies de Franc, de la misma forma que te arrojaste a los pies judíos. Has venido porque a España le estáis,-no sé por qué-, haciendo una propaganda política y religiosa que no me gusta un pelo. Y con el tiempo nos daremos cuenta que os habéis dividido nuestro país entre la Troika, la Iglesia y el Pentágono. Estáis haciendo un anuncio del Camino de Santiago desde la Europa del Este hasta Santiago. Camino que controlan los Iscariotes. Y el resto del país lo gobiernan los masones de la secta El Yunke, (organización mexicana de extrema derecha con carácter regional pero con alcance nacional e internacional), a los que Franc fue a ver nada más agarrar el papado y con la excusa del narco tráfico, -que también-. La Iglesia necesita mucha droga (que se lo pregunten a Juan Pablo I, ¡ah, no! que está muerto), dado que las faldas y el loby way lo tiene dentro. Es evidente que la Iglesia vaticana está moviendo los hilos que la den la fuerza y el poder que ha tenido sobre todo lo creado y desde allí, saborear el vino añejo de la sangre de Jesús, del que Franc dijo había perdido la divinidad cuando se dejó matar en la Cruz. Todo un orgullo masónico a los pies de los mafiosos sionistas judíos.

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