Mea culpa al valorar los viajes del Rey, a los Emiratos Árabes, como una escusa para salir del tálamo conyugal. Pero no ha sido así. El Rey ha salido a trabajar -como corresponde a un monarca de bien- y llevar pegado a y en sus calzoncillos las marcas de los empresarios españoles, que para eso le contratan. Así, cada vez que se quita los pantalones -que son muchas veces- le pueden ver los esponsor empresariales para que luego corra como río de tinta por todos los periódicos árabes y de este modo le paguen la comisión. Al parecer está vendiendo los carros de combate Leopard (nombre en clave, inglés) en Arabia Saudita, y lo que no saben los árabes es: que la fabricación española adolece de seriedad, que los materiales se los compran a los chinos en los todo a cien, que la fecha de caducidad es corta y que les cobrarán dos veces el precio de los carros: la primera por la chatarra y la segunda, por la llave, para poderlos arrancar. ¡Qué es eso de automatismos!, donde haya una llave, y a ser posible de las de antes, que se quite cualquier botoncito o código alphanumérico.
Por favor, ver esa escena del aperitivo me llena de gozo y satisfacción. No hay en este mundo mejor protocolo que los realizados por los árabes, donde debes comer con la derecha porque la izquierda se utiliza para limpiarte el culo. Aquí en España, como utilizamos las dos manos para todo (más para robar) no nos equivocamos de cual dos, nos limpiamos el culo o nos llevamos el bolo a la boca.
¡Qué contento estoy si los empresarios españoles también lo están, y el Rey se embolsica una buena comisión de los 3000 millones de euros, en contratos, por matar gente; al menos él, se dedicaba a los elefantes. Lo de su hermano: pelillos a la mar!
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