Una vez le preguntaron a Humberto Maturana, si le interesaría ser decano para difundir sus teorías, a lo que contestó...
—No me gustan las situaciones de poder, porque el poder se constituye en
la obediencia. El poder no se tiene sino que se recibe en la obediencia
del otro. En otras palabras, al conceder poder en la obediencia, no
entregamos colaboración, sino subordinación, y no entregamos respeto,
sino sometimiento.».
Bonitas frases estructuradas que no nos dejan indiferentes a quienes las leemos.
Yo no sé vosotros pero cuando un intelectual dice no, una puerta ha cerrado a los demás. A aquellos que siendo decano podrían aprender de sus teorías en cuyo caso, las teorías, se han guardado en un cajón porque estamos dispuestos a no enfrentarnos a la verdad que nos brindan. Cuando dos maestros se encuentran en la calle, ninguno de los dos baja la cabeza, porque ambos se han reconocido como iguales. Solo el alumno baja la cabeza ante el maestro, porque el que sostiene el poder es el que sabe. Decir no, es tanto como rebajarse a ser alumno y bajar la cerviz ante quien es igual que uno, en conocimiento. El poder, con conocimiento, es un valor a la baja, si con conocimiento se enfrenta uno al día día. Solo el poder nos absorve, cuando dejamos que nuestro conocimiento sea utilizado por otros.
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