Estos días, mientras las investigaciones siguen su curso en el asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, el gobierno del PP aprovecha el tirón para hacer política europea y con la escusa de proteger derechos, se van recortando los derechos, intentando poner puertas a Internet, . Una jugaba buena y bonita, y sobre todo cuando se quiere hacer culpable a los ciudadanos por opinar de las travesuras que hacen los políticos, en sus ratos de ocio y trabajo.
Los políticos son funcionarios públicos y, por tanto, abiertos a las patochadas que vertimos sobre ellos por sus desmanes en la política. Del mismo modo que aprovechan a los funcionarios de uniforme y porra, para acallar las voces que propician los mimos que les pagan, por los desórdenes en la política que cometen los políticos. La gente no puede estar muy segura cuando comprueba que los recortes, en sanidad y educación, es por culpa de mamarrachos como los del PPSOE. Es conveniente decirles a estos impíos de la política que nadie más que ellos, son los asesinos de los ciudadanos allí donde están posicionados. Sino que se lo pregunten a los ciudadanos de Siria, Ucrania, España, Grecia, Portugal, África, etc. ¿Pero de qué estamos hablando? Veamos que tonterías las justas con este grupo de hijos de la gran puta, desde Rajoy, Rubalcaba y todos sus muertos. Ya basta de amenazar e intentar joder al pueblo, porque el pueblo creo que está más que harto de sus chulerías y las consecuencias se están viendo. Que no presuman tanto de bonitos y graciosos porque la gente ya no está para reir mucho. O toman en serio los papeles que le enviamos o damos en las elecciones, o dejamos de votar y les mandamos a tomar por el culo.
¡Iros a tomar por el culo, hijos de la gran chingada!
Si finalmente el “móvil” de este asesinato es una “inquina personal”
cuyo origen tiene que ver no sólo con un despido y un asunto de dinero
sino también con una disputa interna del PP, León, como apuntan fuentes de Interior, entonces más vale buscar (una vez más) a los antisistema dentro del sistema, y no entre quienes proponen honestamente transformarlo.
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