sábado, 8 de febrero de 2020

acaba de arribar

un español de la China comunista de Xi Jinping. Ese Xi Jinping de la alfombra roja en Madrid, de los campos de concentración camuflados en empresas, y de habitantes reclutados por diferentes motivos.
Una de las diferencias que te hace ser miembro de este club de reclutas voluntarios está en ser de etnia uigur, Kazajo, recluso o, simplemente, haberte encontrado cerca de estos asentamientos del carajo.
En principio te dicen que los uigur y kazajos están allí para un lavado de cerebro integral. Aprender mandarín sí o sí y dejar tus raíces en el agujero más oscuro de tu cabeza. Olvidarte de quién eres o eras. Ahora eres chino mandarín. Al tiempo que trabajas como un esclavo sin derecho a cobro, y trabajar por la comida. 
En otros centros están los reclusos que han sido declarados culpables en algún juicio (hay que ver como se desarrollan estos juicios) y trabajan como mulas como remisión del dolo producido.
En otros centros trabajan los familiares que han decidido estar con el pariente sometido al campo de concentración. Con lo que se convierten, a su vez, en esclavos.
Y sin embargo, en China, no pasa nada de esto. Todo está bien y son los más altruistas del mundo mundial.
...para sofocar el llamado «extremismo» y separatismo de la población de Xinjiang es la creación de campos de concentración. Cerca de un millón de ciudadanos están o han estado detenidos en centros de reeducación, sometidos a un régimen de autocrítica acompañado de diversas torturas físicas.
...férreos opositores al gobierno chino son trasladados a diferentes campos de trabajo.
La portavoz de asuntos exteriores del gobierno chino, Geng Shuang, ha dicho que estas informaciones son «totalmente contrarias a los hechos», expresando su fuerte descontento y oposición. Además, ha destacado que hoy la región de Xinjiang es políticamente estable y que la gente «vive y trabaja en paz».
Lo que se le olvida decir a la portavoz es que toda la producción que se realiza en esos campos de concentración son aportados a una empresa que hace de pantalla, y es la encargada de vender estos productos al resto del mundo. Todo, desde un tornillo a una bola navideña, se fabrican en esos campos de exterminio. Y el mundo, cooperamos, con el gobierno chino, a la explotación de esas personas.
¡Qué buenas personas somos!

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