martes, 18 de junio de 2019

una carta a Dios

es lo más ñoño que personal alguna pueda poner en práctica. Hasta en aquellos que se hacen llamar curas y viven del cuento. A no ser que bajo la tutela o dedo divino te permitas el lujo de poner a caldo al resto de demonios mortales. Al menos, Juan Bautista, tuvo la cabeza sobre los hombros para renegar y aborrecer a voz en grito a todos aquellos que, como en el caso Bar España, se regodeaban de sus hazañas vergonzantes. Josele Sánchez es ese Juan Bautista. Es ese valiente que dice y divulga los pecados por medio de la voz escrita. Pero si de Juan se viste y calza... se ha de sacrificar por esos actos impuros que han cometido los 42 nombrados a calzón bajado. 
Soy uno de tantos que ve la miseria que hay en nuestro entorno y veo el valor que emerge por los poros de individuos como Josele y que, son pocos, para nuestra desgracia. Sí me arrodillaría delante de un Josele; pero jamás me arrodillaría por un dios de la imaginería mundana. Solo sé que aquellos que tuvieron la osadía, el valor y la palabra de difundir actos de la más baja estopa humana..., fueron sacrificados en honor y gloria de ese dios patético. 
Jesús, Juan Bautista, Judas, la matanza de los 15.000 niños asesinados por orden de Herodes. Los buenos mueren sin poder cambiar nada en los tiempos venideros; o en los siguientes días futuros. Porque todos sabemos que el tiempo borra todo rastro de escoria, y las nuevas generaciones no están para meterse en líos. Ahí tenemos al Papa que viene a decirnos, 2.000 años después, que Jesús fue un memo por morir. Que no cumplió el mandato divino por dejarse matar. Es lo que tiene el tiempo, el modernismo y la panoplia: disuelven el azucarillo más venenoso, como pulveriza las piedras más duras. 
Aquí hemos llegado al convencimiento de que si no tenemos una matanza cada X años, no somos nada, ni nadie. Hay que joder al mundo porque si no lo jodemos los periódicos no existirían y las Tv. solo proyectarían películas del Oeste matando, una y otra vez, a los mismos indios. Sería aburridísimo si no hubiera existido Botín, su hija, su yerno, el Santander, los que se pirran por el Santander. Los que viven gracias al Santander que por fortuna para ellos, no son pocos políticos, periodistas y locutores, los que se aburren de gastar los sobornos que reciben desde esas estratosferas.
Josele ha emprendido una diáspora como el peregrino el Camino de Santiago. Ninguno de los dos sabe si van a llegar al destino pero... al menos, lo intentan. La diferencia es que en el Camino te encuentras con más peregrinos y Josele… se encuentra solo. Porque los demás como él, o están comprados o tienen miedo. Y, el miedo, amigo, no te deja dormir y te obliga a mirar siempre para atrás, como un tic, cuando haces el camino de diario. Por desgracia hay mucha gente que se deja comprar y otros que se ofrecen a matar, por un puñado de dólares. Por menos, se han desplazado niños latinos a rematar faenas inacabadas. Es lo que tiene ser un mártir, que cualquiera puede llegar a convertirte en uno. 
Espero, al menos, que la difusión de su situación sea favorable a seguir vivo. Aunque, decir muerto, sea por cuestión del acto judicial de llevarle la palabra. Muerto en vida. Y, eso, por elección de una juez. ¿Pues no están para resucitar y dejar lapidaria la verdad que nos hace libres? ¡Qué obtuso hombre soy, pensando esas gilipolleces! Otro hambriento de bautismo que se ahoga cuando le salpica el agua. Señor, no hace falta me socorras. Cada vez que lo haces... siempre hay alguien que me toca los cojones. Amén.

No hay comentarios: