Ábalos es ya otra cosa. Es el chico de los recados de Sánchez y admite cualquier cosa que Sánchez le pida. Y sin rechistar: como un chico de los recados. Y por ser tan meticuloso en su puesto de recadero se le ha complicado mucho las cosas. Esas maletas (40) que traían para España para dejarlas en consigna por si las cosas se le complicaban a Maduro en Venezuela; esa llegada escaqueada de Delcy en la bodega del avión por si revisaban el pasaje; ese la vi, pero no la toqué, aunque... ; ese no bajó, pero la vieron -cual fantasma- por internacionales camino del cuartito de meter mano. En fin; que el probe Ábalos es el hazmerreir de toda la casta política y de su propia familia. Las vecinas le preguntan si han encontrado las cuarenta maletas perdidas en la terminal 4.
Ay, Señor, qué mala es la gente.
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