Espero que las feminazi salgan a la calle proclamando la inocencia de un individuo, hombre, por el comportamiento mezquino de su expareja. Una tipeja que debe pertenecer a la manada de las feminazi que vociferan contra el poder patriarcal. (No he visto algo tan tonto antes de conocer a las feminazis, clan, de Soros.)
La doña se untó pegamento en el coño y le echó la culpa a su novio, denunciándole por agresión sexual y secuestro. Y, como no, inmediatamente fue detenido y enrejado hasta que se investigase la denuncia. La trama urdida por la ex y otra persona, iba encaminada a joder al muchacho todo lo que pudieran y más. Dos años después de aquello..., la sentencia ha sido firme contra la doña por faltar a la verdad y el juez la condena a 11 años por mentirosa y 10 años para la cómplice necesaria. Amén de una indemnización de 18.000 euros a 30.000, por daños y perjuicios.
¡Cago en la mar!
Ahora resulta que el poder patriarcal no es tan apocalíptico como nos lo quieren hacer ver las feminazi. El matriarcado es la consecuencia y efecto de esos desórdenes feminazis y de hombres pagafantas.
¡Cuánto mal han hecho algunas madres!
¿Son culpables?
No todas;
pero detrás de un maltratador, de un abusador, ha habido una madre que le ha manipulado, moldeado, para que lo sea. Y de estos casos han habido muchas hijas que se han dado cuenta cómo sus madres se comportaban con ellas de diferente forma que con el hijo. Ellas, las mamás, el matriarcado, ha sido el responsable de que muchos casos de denuncias hacia los hombres sean denuncias falsas y de graves consecuencias.
Hijo: -decían las abuelas-, cuidado con las mujeres que somos muy malas.
Pues llevaban razón las abuelas como los abuelos -la llevaban- cuando nos dijeron que subir a la luna fue un invento americano.
¡Qué sabiduría derrochaban aquellas viejas almas, encanecidas de escuchar tantas charangas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario