España se suma al comunismo más radical que estriba o basa en que el gobierno se meta en todos y cada uno de los eventos, propiedades y pensamientos, que pueda tener la población, en su conjunto. Es un espia al servicio de sí mismo y para sí mismo. No hace falta poner un símil teniendo a China como ejemplo de lo que es un comunismo al más puro estilo actual. Un estilo al que se está apuntando Sánchez, para que la población entera que le abuchea a su paso... sea castigada por medio del sistema medievo de la Santa Inquisición. Sánchez es ese acomplejado que va sacando pecho y danzando al caminar como si espantara gallinas. Solo le falta la cadena de oro al pecho para ser un negro, venido a blanco.
Resulta que el gobierno de Marlaska ve con buenos ojos que los kaleborrocas se personen a truncar la carrera ciclista porque va un judío...; pero consienten que los terroristas de Hamás maten a judíos o se lleven las ayudas humanitarias -que les manda la población mundial- para paliar el "hambre" de los palestinos. O les nieguen a los policías las protecciones para que no puedan defenderse de las ordas traidoras del socialismo radical. ¿En qué quedamos Marlaska? Siniestro personaje donde los haya.
No contentos con esta postura, Sánchez, se permite... al igual que hizo Zapatero con los etarras sangrientos, en España, ...darles oxígeno con dinero de los españoles... para que sigan comprando armas contra Israel. Contra un Israel al que los españoles o España, le compramos armamento y medios de control de seguridad nacional.
Tenemos un elenco político gobernando que la verdad deja mucho que desear. Pero al parecer algún que otro no se ha dado cuenta de la gravedad de los eventos que están sucediendo de manos de la izquierda española. Nunca antes habíamos pensado, por no experimentarlo, los sucesos que están sucediendo en la Corte de Felipe VI. Y no me vengan con cuentos de que no se puede hacer nada... porque hay métodos aplicados que bien podrían dar un cambio radical al sistema empleado por la zurda o comunistas de mierda.
Una cosa es pensar y otra que sea real: el que Sánchez opere conforme a los votos obtenidos de los ciudadanos. Eso solo se puede constatar si el presidente llamara a las urnas.
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