Carles Puigdemont se ha escapado después del mitin que tenía planeado. Quinientos Mossos de Escuadra rondando por toda Cataluña y, resulta, que después de unas cervezas, el mitin, otras cervezas y trozo de tortilla a la francesa... se ha esfumado como Copperfield. Los mossos aún se lo están planteando cómo ha podido hacer eso ante tanta gente. Y, a lo mejor era eso, que había demasiada gente entre la que fugarse. Ahora resulta que no podemos verle entrar en la cárcel con tanto regusto como le teníamos a la idea.
Espero que esto no sea verdad y que no se les haya escapado. Que sea una broma de mal gusto, que han querido contarnos.
En fin,
mi gozo en un pozo después de haber escrito con ternura la cruzada llevada a cabo por Puigdemont: contra España y su monarca.
No sé si comprarme una máquina de pillizcar huevos. De este modo todos las mañanas me la aplicaría para que los sucesos acaecidos a lo largo del día no me perjudiquen tanto. Sería como dormir sobre clavos que estén todos, clavados, a la misma altura.
LLamarme como queráis pero se me ha vuelto a amargar la saliva que con tanto dulzor se me hacía saborear en la boca por el arresto del fugado.
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