sábado, 2 de marzo de 2024

el tipo: ni se despeina

 
no más verle le entra a uno ganas, como a Ábalos, de llorar. De llorar a lágrima viva a sabiendas de que nos está tomando el pelo delante de toda España. Sus palabras ya no son válidas. Sus palabras son una moneda falsa que tiñe de delincuente a quien las toca. Su falta de veracidad nos demuestra una personalidad de auténtico criminal de novela policíaca o negra. Es un personaje, de este tipo de relato policial, al que hay que quitar de la calle, como a Jack el Destripador. De Londres.
La narrativa de la psoe, en España, es de cuento del hombre del saco. Aquél individuo que va haciendo mal a todo niño que se encontraba deambulando por las calles a altas horas de la noche. O se introducía en las casas para llevarse una parte de ella: los niños. Así, atribuidas a las brujas sus escarceos nocturnos en busca de los mismos jovencitos. 
Este Hombre del Saco es Sánchez. Un individuo que va asaltando las conciencias de los españoles en lo más profundo de su psique. A base de mentira tras mentira, sin un atisbo de culpa. Pero así mismo se siente como si extrajera la grasa de los cuerpos mutilados... para vendérsela a las damas que le vitorean. Eso las empitona hasta la nausea. No mirando más allá del esperpento que tienen ante ellas. Sánchez es un esperpento parlante, por mucho que se abroche el botón de la chaqueta o se ajuste la corbata.
Yo me pregunto ¿qué causa pueden conducir a la juventud, el saber que los políticos les mienten cada dos palabras? ¿Cómo podemos dirigir los designios de los jóvenes si los que tienen o deberían tener los métodos de saber y estar... son los más torpes de la gramática? Está penado en la moral del buen conocedor.

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