miércoles, 26 de septiembre de 2018

titulado

por culpa de las bombas aliadas sobre Alemania se alteró la atmósfera exterior.
Y nos quedamos tan campantes a sabiendas de que gracias a las guerras no solo se mata a personas, animales y se debilita el ecosistema, sino que podemos alterar la atmósfera exterior a base de lanzar cohetes bomba sobre la capa que nos protege de los objetos externos. 
Si sabemos que tenemos una capa atmosférica tan gruesa y dura como los barrotes de una cárcel..., potenciamos la destrucción de esa masa estando nosotros dentro. ¡Es de locos! Es como ponerte la bomba en la reja de la celda y prenderle fuego. ¿Para qué querer huir? Eso solo se hace si estás desesperado y quieres quitarte de en medio.
Pero la cuestión y enfado 
es efecto y consecuencia del saber de ello,  viendo que hemos cambiado poco con las guerras... pues seguimos produciendo armas -entre, ellas, bombas- para continuar destruyendo la atmósfera o capa externa y propagar la radiación por todo el planeta. Y, eso, a calzón quitado, de que la capa terrestre que la rodea es una red eléctrica que se abastece a base de estos metales y la mierda que emiten los aviones llamados chemtrails…: haciendo de la capa un estercolero de metales y gases. Así vemos como las tormentas están siendo cada vez más eléctricas y virulentas, cuyos rayos se desplazan a largas distancias con violencia, y se  descargan arañando la tierra y todo... por culpa de esos metales.  
No me canso de señalarnos como un ejemplo a no seguir habitando otros planetas y, ni siquiera, otros planos. Hace falta ser majaderos y de eso tenemos bastante. Si el mundo es un ajedrez masón, ya no cabemos más tontos en cada una de sus losas, contando por supuesto, con representación de un masón en cada una de ellas.

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