lunes, 24 de septiembre de 2018

periodistas perseguidos y sancionados

Que yo sepa dos son los periodistas que han abandonado España por persecución política, mafiosa o de otro género. Exiliados por no dejarse amedrentar en sus opiniones. Y, la semana pasada, fue Federico el sancionado con 17.000 euros por decir algo sobre la mierda de la judicatura alemana, a la que nos tienen acostumbrados la propia ejecución de los jueces alemanes en el caso Puigdemont. ¿Quiénes son ellos para defenestrar nuestro Poder Judicial. Un país donde el chorizo es mejor visto que una persona decente? Somos envidiados por el resto del mundo. Y sobre todos, por los alemanes. Eso es verdad y la verdad les duele. Si tan malos somos, ¿por qué se vienen a comprar tierras y a vivir aquí? Porque aquí no usamos la salchicha pringosa que suelen consumir. Ni pueden consumir cerveza por el precio de aquí. ¿Dónde está el Paraíso Terrenal terrestre? En España. Y les jode.
Yo espero que los periodistas sean los últimos en tirar la toalla del buen predicador. Porque ese día habremos terminado de ser lo poco libres, y ocupar las dependencias de la FEMA americana.
¡Ya está bien de manipular adjetivos a beneficio propio!
La justicia alemana no se ha portado bien con el socio europeo que es España.
Cuando formamos una Unidad Europea no solo es con el consentimiento de que la América de Trump, hoy, nos manipule y desprecie..., sino de aunar esfuerzos para un bien común entre los países que lo conformamos. Y, entre ese bien común, sobre todo, entra la libertad  de prensa -de información contrastada-, y la  universalidad del Poder Judicial. Que un tipo huido de la justicia española, sea un huido de la justicia donde quiera que se encuentre. Y repatriado para que esos jueces determinen la cuantía del dolo. ¡¿Pero qué cojones es esto? ¡Basta ya de incitaciones al odio de un periodista, cuando el que ha levantado el odio a toda una provincia ha sido el huido! 
¡Bah, no merece la pena dirigir palabras contra las paredes, porque sabemos que rebotan y terminan afectándote! Caso Federico.

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