viernes, 24 de junio de 2016

Gibraltar y su santa madre inglesa

Nuestro más ilustre Ministro de Exteriores, Margallo, ha dicho que nuestra bandera está más cerca de ondear en Gibraltar. Gibraltar español. Se le ha oído decir en muchas ocasiones y sin embargo... Gibraltar sigue siendo feudo inglés. Nos pese o no nos pese. Sin embargo a tenor de los acontecimientos me pregunto si de llegar a ser español, con  nuestra bandera en alto del monte, seguiríamos los mismos pasos que los ingleses han hecho hasta ahora del Peñón. La droga, la prostitución, el armamento, el paraíso fiscal, la ampliación del puerto pesquero y de recreo, una puerta abierta a los mamoneos más sagrados de la UE. En fin, me gustaría saber si saldríamos ganando quitando la verja o dejándola por posibles expolios de otros españoles sobre otros españoles. Y es que nosotros los carajotes españoles, no dejamos de ser unos mangurrinos de mierda. Y, ésto, lo digo, porque, Margallo si se metiera la lengua en el culo, a lo mejor saldríamos ganando más y más gente. Nuestros ilustres colegueos entre las chusma europeista no nos ha traído más que desánimo y mala hostia. Esperemos que el Peñón lo conquistemos, ahora, desde la unidad europeista. Algo parecido a la reconquista de Perejil, por ese flamante hombre guapo, Aznar, que ante tamaño golpe de guante lo recogió y reconquistó. Bien es verdad que habían 7 marroquíes en la zona, pero es que la roca no da para mucho más. Ocho, supone tener uno mirando al vacío, desde el borde del precipicio. Total, llegamos, vencimos y pusimos la bandera donde momentos antes nos la habían quitado y meado. Algo parecido con la cara del rey abdicado por hombres y mujeres de la Cataluña separatista. A éste también le quemaron el careto. El rey ni se inmutó, pensó que eran cosas del rodaje y puso la otra mejilla: que no es más que una que le da la vuelta de oreja a oreja. Pelillo a la mar, pensó, y se fue con la Corinna de juerga contínua. Solo los jubilados sabemos lo difícil que es estar todo el día de un lado para otro, de un bar a otro. Eso no es fácil y por qué iba a ser fácil para el Abdicado. Un Rey también se cansa de las juergas, lo que no puede es decir que no, porque pierdes autonomía de mercado. ¡Cuántas cosas nos van a pasar ahora que Inglaterra se va de nuestra vera! No sé si seré capaz de aguantar tanta presión mediática con todo este verejenal, de dires y diretes. En fin, Dios dirá. Él es el que lo sabe todo y si nos lo da es porque nos lo merecemos: no hay mal que por bien no venga. Hay que tener ese empuje que tenía en su cuerpo y mente la grande del mundo: madre Teresa de Calcuta. O del santo Job: Mariano Rajoy.¿Llegaremos a heredar a los monos comiendo polos? ¿Le plantaremos cara a Picardo? ¿Pondremos Embajada española dentro? Cuantas preguntas para un futuro incierto.

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